García Martínez – 21 marzo 1993
Hemos tenido suerte-de que se nos hayan adelantado los italianos. Ese ir por delante, en lo que se refiere a llenarse la bolsa, debe de ser porque ellos sí tuvieron Plan Marshall, y ya desde el principio se acostumbraron a robar. Como dice el dicho que no hay mal que por bien no venga, los españoles nos vamos a librar del bochornoso espectáculo de las tortas y puñetazos en el Congreso de los Diputados.
La razón es muy sencilla. A los políticos les gusta ser los primeros, tanto para bien como para mal Si en Italia no hubiera pasado lo que ha pasado con la corrupción, tarde o temprano hubiésemos tenido batalla campal en los escaños de nuestro Parlamento. Pero, como ya lo han hecho ellos, el suceso ha perdido todo interés. Aquí estoy seguro- no habrá bofetadas, ni pescozones ni se le ocurrirá a nadie sacar esponjas de colores, ni el presidente del Gobierno propondrá una ley de perdón y cuenta nueva. En esto, las agencias de imagen son muy escrupulosas y no pueden permitir que seamos secundones en nada. Desahuciada la posibilidad de copiar a los italianos, nuestro suspense se centra ahora en saber cómo acabará entre nosotros la película, tan terrible, de las corruptelas.
Lo españoles hemos presumido siempre de ser originales. Estoy convencido de que alguna idea luminosa surgirá de las preclaras cabezas de quienes, desde el gobierno o desde la oposición, nos mandan.
Y no ha de pasar mucho tiempo.