García Martínez – 22 marzo 1993
Ahora mismo no me acuerdo cuando llega la primavera. Pero, tal como veo que se está poniendo el paisaje –hecho un burro- no creo que tarde. Digo que, esta vez, además de servirnos para lo de siempre (depresiones, molestias de estómago, alergias, alteraciones de la sangre), la famosa estación podría sernas muy útil para entretener la crisis.
Mucha gente acude en invierno y en verano a las tiendas y grandes almacenes, más que nada por razones de confort climático. Cuando hace frío, para estar caliente, y cuando hace calor, para estar fresco, A lo último acabas comprando algo, y ahí es donde está el truco. En las circunstancias de ahora mismo, sin un duro en el bolsillo, la primavera es el marco adecuado para no gastar ni una perra. El tiempo es el ideal: puedes permanecer en la acera, o en un jardín, tan ricamente. El riesgo mayor que corres es comprarte una bolsa de pipas.
Quiero significar -y ya el lector me lo ha entendido- que quien no se acopla a las circunstancias es porque no quiere. En tiempos malaventurados, la Naturaleza acude en nuestra ayuda. Miremos el paisaje, reflexionemos sentaditos en un banco. A los coches les cobran por estar en la calle. A los humanos todavía no. Aprovechémonos de ello en primavera. Seamos realistas, tomemos las cosas como vienen, Sin cabrearnos demasiado.
Todo, excepto la muerte, tiene su lado bueno, ¡Coñe, parezco el señor obispo!