García Martínez – 26 marzo 1993
Felipe González recibió ayer el abucheo de los estudiantes de Derecho de la Autónoma de Madrid, Acudió allí para hablarles, y casi no le dejaron, Al Presidente se le notaba incómodo e incluso desconcertado. Reconozco que los muchachos de hoy no suelen, en general, hacer gala de una educación exquisita.
Hay alumnos en las aulas que se dirigen al profesor de un modo grosero. Y hasta lo increpan. Hemos pasado de una juventud que quizás respetaba demasiado a otra que, por lo que se ve, respeta demasiado poco.
Pero, dicho lo anterior, no es menos verdadero que el manido, tópico y triunfalista discurso de nuestros políticos no contribuye a que los jóvenes los escuchen con respeto. Estamos en un momento en que la inmensa mayoría de estos señores ya no convence a nadie. Acostumbrados a meternos gato por liebre, no caen en la cuenta de que la gente los tiene muy vistos, que pasa de ellos. Cuando, como está ocurriendo ahora, el mensaje que – transmiten se da de tortas con lo que ellos mismos practican, ¿qué pueden esperar de los oyentes?
Resulta increíble advertir cómo se aferran a fórmulas que son anacrónicas. Parece como si vivieran en otro mundo, lejos de la realidad de la calle, sordos a las exigencias de la sociedad. Y más aún de una sociedad joven que -reventadores aparte- carece de prejuicios a la hora de pedir la dimisión (y ello en sus propias barbas) del mismísimo presidente del Gobierno.