García Martínez – 30 abril 1993
Yo no sé cómo se las apaña Felipe, pero al final siempre se sale con la suya. Bueno, sí lo sé. Aparte de sus personales méritos, le ocurre que no encuentra enemigo -en este caso periodista- que sepa ponerlo en dificultades. La entrevista de anteanoche en Telecinco es todo un ejemplo. Nada menos que ocho entrevistadores de postín -entre ellos, cuatro directores de diarios nacionales-, quedaron a la altura del barro.
A los periodistas no debería bastarles con creerse estrellas para hacerle una buena entrevista al presidente del Gobierno. Los telespectadores advertimos en seguida que Felipe se sabía la lección y los trucos; los otros, en cambio, como toda su sabiduría les viene por inspiración del Espíritu Santo, acudieron al trabajo sin ninguna herramienta. Y así les fue. No tenían ni idea.
Con Felipe los engatusaba-con las listas de espera en los hospitales por ejemplo-, los periodistas callaban, otorgando, porque disponía de datos, ni de conocimientos de la realidad a los que echar mano. Fue lamentable: ocho primeros espadas que no los dejaron salir del callejón mientras el torete sevillano correteaba el ruedo a sus anchas.
Los, así llamados, informadores deberíamos hacer examen de ·conciencia. Si las mentiras de los políticos y sus corrupciones se nos ·escapan entre los dedos como el agua, no es que ellos sean muy listos, sino porque nosotros somos tontos.