García Martínez – 3 mayo 1993
En España, los mayores de edad sólo sirven para que el INSERSO -¿se dice así?- los lleve de acá para allá metidos en un autobús. De cuando en cuando, uno de esos vehículos se despeña, con lo que se resuelve una parte del problema.}
A esa forma de ver las cosas no podía ser ajeno un español tan típico, tópico y castizo como el señor Gil y Gil, a quien cariñosamente llaman el Tío Oso. El rubio Schuster no es ahora mismo una saeta rubia. Los años no pasan en balde. De modo que, sobre el césped, el alemán no practica la carrerilla alocada, que es cosa de jóvenes, si no que emplea su sabiduría y experiencia para repartir juego entre los compañeros. Algo que, como se sabe, esmuí necesario en el fútbol.
Ocurre, sin embargo, que el Tío Oso le ha puesto cara de perro, y Schuster se ve en la necesidad de irse. Pero, claro, como en el mundo hay gente más lista que el Tío Oso, nada menos que el Bayer Leverkussen ha tomado la decisión de recoger al alemán y aprovecharse de lo mucho bueno que aún le queda dentro.
Es probable que, de no mediar otra circunstancia, Schuster hubiese continuado en el Atlético de Madrid. Aunque sólo fuera por inercia del gran jefe. Pero pasó que al rubio se le ocurrió el cargarse un poquito con el Tío Oso. Quiero decir que le levanto la voz. Y, claro, si encima eres un poco viejo, pues te ves en la cárcel -ostentóreamente- en menos que canta un gallo.