García Martínez – 6 mayo 1993
Los electores se abstienen cada vez más. Hay una razón -¿la principal?- que es el aburrimiento, el desencanto, la desilusión, la falta de confianza que, con el discurrir de un tiempo que llamaríamos plano, se va produciendo en el común. El personal se ha hecho muy mayor y no está ya para músicas celestiales.
Pero hay otro motivo, que cada día cobra más importancia: la opinión, tan desfavorable, qué los políticos tienen de ellos mismos.Estamos ahora en la que dicen precampaña, que no es sino un refugio, pues tan campaña es la pre como la durante. Nos piden que les escuchemos. Y que vayamos a votar. Pero no se dan cuenta de que incurren en tremenda contradicción. Pues, si hacemos caso de lo que dicen no nos quedará más remedio que abstenernos.
El uno achaca al otro que es el demonio, y eso mismo achaca el otro al uno. Conclusión del ciudadano: todos diablos ¿Qué hacer? Quedarse en casa. Los políticos deberían comprender que lo importante es que llueva. Mire usted: anteayer no llovía, que sólo hacía viento, andábamos disgustados. Ayer llovió. Mansamente y con neblina que es como resulta rentable. Y ya todos contentos. En lloviendo tanto da que se insulten como se maten entre ellos. Llover significa que los chiquillos pueden ir al colegio, y la mujer poner la mesa, y el marido tomarse unas cañas (y un matrimonio) en el bar de la esquina.
No sé si me explico.