García Martínez – 30 mayo 1993
A servidor, los del centro le producen ternura y admiración. Las encuestas, caña con ellos. Y ellos, nada, que no sea chantan. Ellos siguen ahí, aunque sin alardes, pues que alardear siquiera un poquito supone un pastón. Su buena disposición es inversamente proporcional a su falta de medios.
El CDS es como el agua de litines: una bebida moderada, con unas burbujas progresistas que estimulan y refrescan. Creo que sus dirigentes están a punto de inventar el mitin para llevar, igual que se hace con las pizzas. Tú llamas al PSOE, ¿no?, y te cuentan su rollo por teléfono, pero sólo por teléfono. En cambio, si llamas al CDS y preguntas: “Oiga, ¿podrían darme un mitin en casa?”, siempre habrá quien te responda: ` ¿Cómo lo quiere? ¿De diez minutos, de veinte, surtido…?”. Y el otro: `Pues, no sé, una cosa que esté bien. A ver si pudiera ser para las siete”. Y, nada, a las siete llega uno con la bici, da su mitin familiar y listo. Será (sería) bonito.
Lo que le ocurre al CDS es que tiene mala suerte. Ejemplo uno: los mismos que renegaron de la mayoría absoluta, por ser rodillo, salen ahora con que sin mayoría absoluta no es posible gobernar. Ejemplo dos: hasta Felipe González pretende robarles su líder histórico, el duque Suárez. Ejemplo tres: Calvo Ortega es inteligente, pero feo. Y, claro, como me decía uno del centro:
¡Joder! Es que así no se puede trabajar”. Tiene razón el hombre.