García Martínez – 11 Junio 1993
Ya están aquí . Las moscas. Me preguntaba si, con esto del agujero de la capa de ozono, se irían definitivamente. ¡Quiá! Con los primeros calores, ahí las tenemos. Habrá que enfrentarse a los hechos, ¿no? De poco ha de servirnos meter la cabeza debajo del ala, si por su propia naturaleza las moscas no dejaran nunca de dar el follón.
Por mas que estemos en las postrimerías del milenio, las moscas continúan siendo un problema social. Es que no hay quien las pare. Adán por todas partes. Incluso por la televisión. quieren y como quieren. A mi las moscas no me molestan en si mismas. Acepto su calidad de dipteros, en pie de igualdad con otros animales de la Creación. Lo que me jode es que sean tan recalcitrantes. Te pueden morder dos, tres veces. No pasa nada, te resignas. Pero, coñe, tenerlas encima una vez, y ellas, venga, dale y toma… demasié.
Y otra cosa que todavía soporto menos: la manera tan descarada y vulgar con la que se frotan las manos antes de dar un revoloteo, antes de picarte. ¿No las habéis visto restregándose las manos, como si se preparasen para hacer algo trascendente? ¡Qué estúpidas! Pero, con todo lo que mas me choca es que ningún programa político haga la menor referencia a las moscas. Por eso me abstuve.