García Martínez – 12 Junio 1993
Dicen que a roca chunchén lo va a nombrar Felipe ministro de economía. Este señor Roca es el mismo que iba para presidente del Gobierno.-¿se recuerdan?-, si bien la cosa quedo luego en un ridículo espantoso. Lo cual no quita para que pueda ser un buen ministro de la Economía.
En aquella ocasión que digo, y por el afán de que su candidato tocara cúspide, los reformistas de roca se gastaron una pasta gansa. Pero, como no era su pasta, el derroche no es óbice para que el hombre encabece un ministerio.
El único problema que yo veo es el alto tan brusco que se avecina. De un Solchaga bajito y con voz de maquina de escribir pasaremos a un roca altísimo y con voz de alambre. De un Solchaga que se explica con los ojos espantados, a un roca que , cuando parla, los cierra. Resulta muy tierno que se entonen los párpados-como si andara uno en trance- cuando se habla de algo tan prosaico como el índice de precios al consumo. Estas cosas parece que no tienen importancia, pero vaya si la tienen. Vivimos los tiempos de la imagen, y ya han visto ustedes que, con solo sacar a los carteles en un felipe imberbe y sin ojeras, el muchacho ha conseguido ganar las elecciones.
En una cosa coinciden Solchaga y Roca. Ambos dos duermen a las ovejas. Practican tan sonsonete estilo Fondo Monetario Internacional que, a los dos minutos, te quedas roque. A mi me encantan, oye, los dos, Rolchaga y Roca Chunchén.