García Martínez – 17 junio 1993
No hablo del viejo eslogan que convoca al personal para que acuda al estadio. Sino del otro campo: el de las lechugas, el de los panizos, el de la desesperanza…. Ese ante cuya desolada visión preguntaba el poeta: “¿Pa qué quiés antes que vaya?”. Dicen de las crónicas, atendiéndose a los resultados de las ultimas elecciones, que “el voto urbano gira con fuerza hacia el PP”. De lo cual me alegro, pues sera la única manera de que las, así llamadas, fuerzas de progreso miren al campo.
Por lo qué sea, el partido gobernante- y el gobierno mismo- no han mostrado interés ninguno por el campo. Su única relación con ese inframundo es la parcelita sobre la que se han edificado el chaletito ( o el chaletazo). Saben algo si, de setos, rosales y margaritas. Los pepinos, en cambio, les importan un pepino. ¿Por qué los socialistas no son agrarios? He aquí una buena propuesta para los sociólogos.
Si ahora llegaran a convencerse de que, les guste o no, el voto urbano se hace de derechas, a no mucho tardar aprobaran en Consejo de ministros que se urbanice el campo. Se crearán incentivos para que toda la gente que se vino a la ciudad torne a los orígenes. Cuando los votantes residan de nuevo en el campo, el PSOE volverá a tener mayoría absoluta. Las mulas y los burros-hoy desahuciados- gozaran de protección oficial. Y de todo el que lleve boina y alpargatas se beneficiara de suculentas desgravaciones en el IRPF.