García Martínez – 6 octubre 1993
Lo tengo dicho. No es bueno estudiar tanto, señor Solchaga, sobre todo siendo tan bajito. Carece de toda lógica someter la cabeza a una presión brutal. Como ha de sobrevivir un hombre, si le bullen dentro de la olla de la ONU. Así, un año y otro del ministerio a la cama y de la cama al ministerio. Todo esto, en su insistencia desconsiderada, hace que finalmente las perolas se vayan. (Al Yelt-sin, no se crea usted, también lo veo yo una miaja trastornado).
Según el ministerio mas guapo de toda la cristiandad y parte del extranjero…
-¡Ya se quien es! ¡Se llama Borrell!
Pues, según Borell, el señor Solchaga padece un delirio liberal. Esto ha hecho que el país entero se quede con la boca abierta. Pues, si bien nos barruntamos algo, ya que tonto no somos, no podíamos imaginar que la enfermedad alcanzase la cota delirante. Debe ser terrible. Si en el delirio tremendo- el del vodka- Yeltsin ve culebras y dragones, en que este se llaman delirio liberal, lo que priva es el dinosaurio, que es el hijo de la economía mas delirantemente liberal de todo el ubi et orbe: la norteamericana.
Pobretico Solchaga, con lo que prometía… y, lo que mas duele, traicionado por su amigo y discípulo.
-¡Después de haberlo criado a mis pechos, al muy mamón!
Se lamentaba el ex ministro.