García Martínez – 8 octubre 1993
Siempre que lo concedamos categoría a la tontería, tendremos lo que nos merecemos. Hablo de políticos, toque usted madera. Hay tonterías de calidad, por ingeniosas, pero son pocas. El resto de tonterías suelen ser ni mas ni menos que eso: meras tonterías. La tontería no es siempre superficial, vana, inocente, hoja que vuela el viento. En muchas ocasiones esconde intereses inconfesables. Pues que los egoísmos rebozados en tontería parece que cuela mejor.
Toda esa música celestial de renovadores y oficialistas con la que nos aburren cotidianamente los, así llamados medios no es sino pantomimas y disimulo. Son dominaciones sin fuste, que no responden a realidad ninguna. Todos son igualmente oficialistas e igualmente renovadores. O lo contrario. Da lo mismo. Lo que ellos andan buscando es mantener en el sillón el propio culo. Lo cual conlleva que el renovador pretenda desplazar al oficialista, y el oficialista al renovador. Pura filfa. Y grave perjuicio al común, ya que mientras tanto la gobernación se muere bien muerta de pura inanidad en manos de inanes. La cuestión no es ideológica; la cuestión es de traseros.
Lo tremendo es que toda esta trifulca que entre ellos se traten (tonterías) nos la transmiten los medios valorándola como si se tratase de algo serio (categoría). Malamente ha de lucirnos el pelo mientras no le quitemos de una vez las caretas a estos pájaros.