García Martínez – 5 Febrero 2005
Vamos a decirlo con todas sus letras, aunque nos riña el maestro: los alcaciles de la Región se han ido a tomar por saco. No me extraña, porque yo tengo en mi casa una variedad de ficus frondosísimo y se me ha quedado tieso por la helada.
El alcacil de toda la vida -que otros lo llaman alcachofa- es la señal de identidad de la hortaliza. Y el que le otorga al paisaje murciano su personalidad hortícola. El alcacil es mucho alcacil.
Estamos a vueltas con Ibarreche, y con Zapatero, y con Rajoy, que si y que si cual, teniendo como tenemos el alcacil, que es mucho más auténtico y, desde luego, benéfico.
-Dicen que para al hígado.
Eso como mínimo. Además de lo expuesto, el alcacil no es nada segregacionista. Lo pones a crecer en el bancal y no se mueve. Sin embargo llega el mismo Dios y se lo carga. Sus razones tendrá, aunque la verdad es que no las entiendo.
-Mire usted: también se pone enfermo el pobre Papa, siendo como es el Papa. Si es que la vida es como es.
Otra cosa que le veo al alcacil es su calidad estética. A mí me gusta relacionarlo con Gaudí. ¿Verdad usted que parece una torre gaudiana? Una especie de capullo cerrado -ahora quemado por el frío- que promete un interior (un corazón) delicioso.
-El alcacil tiene muy buen corazón.
Lo mismo da que lo consumas al vapor, dejándolo al dente, que en conserva, en forma, ya digo, de suavísimos corazones.
-Y con una anchoíca pinchada.
Efectivamente, que dicen los yuppies. Así se establece un contraste apetitoso entre el dulzor del alcacil y lo salado de la anchoa. Pasa igual que con el bacalao, que te pide la compañía del tomate.
Hay una forma de hacerlo que consiste en freírle la entraña, permitiendo que se tueste la parte de arriba.
Y existen mil maneras de comérselo. Me acuerdo que, cuando Franco, conforme ibas quitándole las hojitas…
-¿A quién? ¿A Franco?
No, coño, que Franco no tenía hojitas. Digo al alcacil. Pues le ibas mordiendo a la parte inferior, un poquito más molluda, y el sabor era uno de esos a los que se les puede llamar inéditos.
En fin, descanse en paz el alcacil y vengan cuanto antes las ayudas.