García Martínez – 1 marzo 2005
En todas las agrupaciones humanas -y, dentro de ellas, los partidos políticos- hay personas que se extreman, quiero decir que se fanatizan. Para esa gente, no hay más Dios que el grupo (el partido) y el líder es su profeta. No encuentras la forma de dialogar con ellos, de tan obcecados.
Estos a los que aludo aseguran que todo lo que redunda en beneficio del pueblo es mérito exclusivo del partido en el que militan. Así, por ejemplo, apuntan en su haber el hecho de que las cabeceras del Tajo y del Segura hayan registrado, anteayer mismo, las mayores nevadas de los últimos años.
-No me lo puedo creer.
Allá usted. Esas nieves recientes permiten que los caudales de los ríos mejoren en buena medida. Y que se alivien los cansados acuíferos. En una palabra, hacen que tengamos más agua. Y, además, agua pura, que no desalinizada. Todo ello lo adjudican a los desvelos de su Gobierno en favor de los administrados.
Quienes tanto fían al partido argumentan que, cuando mandaba la que hoy es oposición, apenas se produjeron nevadas. «Por algo será» -dicen. Y sostienen que la actual política hidráulica -con la que se consigue la colaboración de la Naturaleza- es hija del diálogo y el consenso con la meteorología. Se trata, en última instancia, de una rogativa como las de antes, pero con la diferencia de que, con el PSOE mandando, el ruego siempre da frutos. No como aquellas veces en las que, gobernando la derecha, el obispo de turno decía: «Saquen, si quieren, a la Virgen, pero les advierto que el tiempo no está para llover».
Si este programa político-naturalista siguiera dando frutos, habría que olvidarse definitivamente de los trasvases y hasta de la desalinización. Lo húmedo llegaría por lo suyo a los secarrales del Sureste.
Pero es que hay más. El Gobierno de Madrid se guarda previsoramente en la manga otra carta, como es la de que, cada vez que sea necesario, se produzca una lluvia suficiente allí donde mejor convenga. De esa forma ni siquiera haría falta regar. Y todo el sobrante podría dedicarse a los campos de golf.
La única pepla es que, si volviera a gobernar del PP, tendríamos que seguir dando el coñazo con lo del Ebro.
-O sea, begin the beguine.