García Martínez – 2 marzo 2005
Aquí en Murcia, quieras que no, hay bastantes Pascuales. No tantos como Georges y Johnes -por la influencia del Imperio-, pero, vaya, son muchos más de los que se pueden contar con los dedos de una mano.
Abundan sobre todo en el Altiplano. Lo cual se debe a que San Pascual Bailón -algunos querían hacerlo patrono de los guateques- estuvo residiendo algún tiempo en el Monasterio de Santa Ana, en Jumilla. El hombre fue lo mejorcito que se podía ser en la época, o sea franciscano. La celda en la que durmió se conserva como celda en la que durmió un tan santo varón.
Digo todo esto para que se vea que aquí en la zona tenemos de todo, menos agua. Y que no sólo hay Pascuales en Cataluña. Y que no sólo existe el Pascual en la Generalidad.
-Lo mismo es murciano este Pascual que dice usted.
Me temo que no, porque, cuando se habló de traer agua del Ebro, se puso hecho una furia.
-Quizás sea un murciano renegado.
No sé. Eso lo sabrá, en todo caso, el presidente Valcárcel, que tuvo cierta relación con él.
-A ver si va a ser verdad lo que le dijo acerca del pitraque.
Dejemos eso. Aquí y ahora lo que cuenta es Pascual como tal considerado, Pascual en solitario, Pascual en su mismidad, mejor que Pascual y sus querencias. Si es que las tiene, que yo tampoco poseo los datos.
Lo de Pascual se veía venir. Tanto iba el cántaro a la fuente… Uno dice una chorrada y no lo castigan. Suelta otra pocos días después y tampoco se conmueven las esferas. Hasta que llega un momento en que el pez muere por su boca. Y esto es lo que ha sucedido. Los mandos socialistas catalanes debieron haberlo previsto.
Lo más gracioso es que, con lo del tres por ciento de comisión (para políticos y para partidos igualmente políticos) en obras públicas y menos públicas, Pascual no ha descubierto nada. Por síntomas, el entero país se recelaba que algunos conspicuos se están llenando los bolsillos a costa del contribuyente. Pero, claro, si eso mismo lo dice Pascual abiertamente, se arma el cirio.
Veamos la parte positiva del asunto: a partir del affaire Pascual, ¿por qué no se levanta la alfombra de una jodida vez?