García Martínez – 4 mayo 2005
Tendremos que llamarle Goliat al entrenador este del bigotazo. Porque David, que es su nombre verdadero, no le pega nada. No puede pegarle a un señor que se comporta como un torrente, lo mismo de palabra que de gestos. Un David tonante, contundente y, en ocasiones, estridente tiene que ser por fuerza un Goliat. Fuese con ruido del Real Murcia y con ruido iba a incorporarse al Ciudad. En aquella ocasión, además de ruido, dio nueces, todo hay que decirlo. (A estos del Ciudad les dicen rojillos, como si fueran del PSOE, para no decirles pimentoneros, que es marca registrada desde antiguo).
El retorno frustrado de Goliat le hubiese añadido color y calor a ese acontecimiento que será el duelo entre hermanos que ha de tener lugar, este fin de semana, en el que los cronistas llaman feudo condominero.
Otro aliciente será que los dos conjuntos van a jugar en casa a la misma vez. Si el Ciudad gozase de campo a su nombre, entonces sí que podríamos aceptar que, cuando salte al césped el Real, se le tuviese a este por equipo visitante. Pero, estando como está sin cancha propia, un mínimo sentido de la realidad nos lleva a entender que La Condomina es tierra de ambos.
Al fin y al cabo, tampoco los aficionados tenemos muy claro -excepto unos pocos forofísimos- con quién vamos. En el fondo de nuestros corazones queremos que gane el Real Murcia, pero sin que pierda el Ciudad. Y a la viceversa. Piense el lector, si quiere, que a todos nos une la misma desilusión de habernos quedado sin trasvase del Ebro.
Se trata, por tanto, de un choque muy particular y dado a equívocos. Pero es una lástima que David/Goliat Vidal no dirija en esta ocasión al conjunto que se enfrentará a su Real Murcia de antaño. Hubiese sido la guinda.
Habrá, en fin, confusiones mil en los graderíos, ya que los seguidores del Ciudad jalearán, sin darse cuenta, al Real Murcia, y los del Real Murcia animarán, sin proponérselo, al Ciudad. Porque, claro, en el fragor de la batalla, uno acaba olvidándose incluso de quiénes son sus padres.
Se considere o no este derby como de alto riesgo, a mí me parece que, por todo lo ya expuesto, lo que habría que llevar al campo son psicólogos en lugar de guardias. Y algún ansiolítico.