García Martínez – 11 mayo 2006
Me entero de que Valcárcel ha recuperado a Gómez Fayrén para la política murciana. Lo veo bien. Y aprovecho para lamentar que se haya perdido un tiempo precioso, como es el que va desde la dimisión a la recuperación. Aunque, como dice el dicho: «Bien está lo que bien acaba».
-O «Nunca es tarde, si la dicha es buena» o «A caballo regalado…»
¿Vale, vale! Con uno bastaba. El lector, cuando se encana, es tremendo.
Una vez lamentado que Fayrén se retirase a sus cosas, paso a decir, como justificación del lamento, que no estamos tan sobrados en Murcia de gente útil como para permitirnos ciertas ausencias.
-¿Qué pasa con usted? Que es su amigo, ¿no?
Por tal me tengo, ¿qué quiere usted que le diga? Pero, aparte de eso, es que no se puede negar -pues que es algo objetivo- que Gómez Fayrén se manifiesta eficaz en política y el pueblo en general lo quiere. Me supongo que el mérito del regreso corresponde a Valcárcel, que a fin de cuentas es quien manda. Lo mismo que dije entonces que me parecía mal que lo dejase escapar, ahora le hago saber que somos muchos los que aplaudimos la vuelta del Pequeño Luchador. (¿No se acordáis de los tebeos?).
Ha sido Fayrén uno de los escasos personajes públicos añorados por la gente de Murcia. Esto, en el negocio político, es poner una pica en Flandes. Constituye, por lo tanto, un activo -así lo llaman- con el que hay que contar como sea. Aparte de sus cualidades para gestionar, hay dos en concreto que le otorgan peculiaridad: una, su murcianía, en parte mamada, en parte adquirida. Otra, el sentido del humor, que lo tiene entreverado de genuina coña murciana.
Estos dos atributos lo convierten en un tipo familiar, asequible, uno más entre nosotros los pobres.
-¿Y no es bajito de más?
¿Joder con el lector! Tampoco es cuestión de pedir la Luna. Es bajito, pero se crece cuando es menester, el jodío de él. Si tiene buena la cabeza y buenos también el verbo y la capacidad de trabajo, amén de caerle bien al personal…
Quiero decir que si reluce sobrada la estatura moral, ¿qué más dará que no toque suelo cuando se siente de nuevo en la poltrona?
-Parece un buen zagal, dende luego.