García Martínez – 25 mayo 2005
Ya estamos otra vez en ese cesto del pan que es el trasvase frustrado del Ebro. Ni que decir tiene que, en el fondo de su corazón, en su mismidad, los socialistas murcianos nunca le hicieron ascos al proyecto. Es natural, si bien se mira y considera. Cuando todavía no habían ganado las elecciones, lo que pedían a los del PP era que, si iban a traer agua del Ebro, que la trajeran ya mismo. Decían que sí pero no y no pero sí. Creo que me explico.
Pero, claro, las cosas han cambiado. Ahora ya tocan pelo…
-Pero es pelo nacional, pues en la Región sigue gobernando Valcárcel.
Ya. Lo que pasa es que la nuestra es más partitocracia que democracia. Como aquí mandan los partidos en lugar de las conciencias, el socialista de Murcia que se mueva no sale en la foto. Ya lo dijo el Guerra.
Por eso, la petición que les hace el portavoz regional, Fernando de la Cierva, a los tres senadores del PSOE por Murcia, no es sino pretender la utopía. Propone el hombre -tan alto como es y todo- que voten en esa cámara a favor de que el Ebro se convierta en algo de obligado cumplimiento para el Gobierno de Zapatero. Y eso es mucho pedir.
Son cosas del trámite parlamentario, pero que al final no hacen granero, por aquello de que las mayorías son las mayorías y la llamada disciplina de partido es más que sagrada.
Así es que no basta con hacer lo que ha hecho De la Cierva, que es nada más que un brindis al sol. Ganas de marear una perdiz que está ya muy mareada.
¿Qué es lo que podrían inventar para darle la vuelta a la tortilla? Aquí ya entra la imaginación, que tendría que ser de las que llaman calenturientas. Habría que buscar una fórmula que quizás no sea de este mundo, para que esos senadores murcianos del PSOE pudieran votar lo que más conviene a Murcia, sin que Zapatero se diera cuenta. Quiero decir aprovechando que, como el jefe lleva tantas cosas en la cabeza, pues ya ni siquiera se acuerde de qué es, ni para que sirve, el dichoso trasvase.
Pero es que está Rubalcabica detrás. Y a este no se le escapa nada. Rubalcabica caza las moscas con la boca. (Se trata de una figura literaria, desde luego. No es que quiera uno molestar). Y la María Teresa, pues, mira, tres cuartos de lo mismo.
Palillo y flor de malva.