García Martínez – 30 mayo 2005
Esto no se lo voy a negar al lector. Cuando un futbolista mete un gol, lo natural es que sienta alegría. Y hasta que la manifieste.
Lo cual debe quedar bien sentado, para que luego no vengan reclamando. Porque ahora me voy a expresar sorprendido -y nada favorablemente- por lo que hoy sucede en los estadios. Esa manera que tienen los jugadores de celebrar su éxito, pues la veo desacorde.
-A usted lo que le pasa es que le molesta el bien ajeno.
No, yo no soy de esos, ¿eh? A mí me da gusto que el personal tenga éxito. Con los disgustos que trae la vida, nunca viene mal que te llegue algo bueno. Siquiera sea para mantener la autoestima, como está de moda decir. Lo que veo mal es que nos pasemos. Todavía si estás allí en la grada -formando parte en cierta manera del espectáculo-, pues, bueno, se soporta mejor, porque te sugestiona la euforia colectiva. (Me refiero cuando el gol lo ha metido tu equipo).
Pero supongamos que, como las más de las veces, estás viendo el encuentro por la tele. O sea que te tomas la tensión y andas en doce-siete. Entonces aparece en la pantallica un tío haciendo el indio o el mono (o ambas cosas) y no acabas de encajarlo. El contraste entre la locura de él y la paz tuya (con el whisky en la mano) lo encuentras circense, desproporcionado, fuera de lugar y vano. Hasta ridículo. Sobre todo si, a la vez, estás leyendo a Sartre.
Aparte de las cabriolas y de echarse los unos encima de los otros, los ves allí besarse entre ellos, joder, unos besazos… Y, claro, en el caso de unos tíos con toda la barba, la verdad es que te da cosa. No diré que sean maricas, pero, no sé, tienes la impresión de que asistes a una boda entre personas del mismo sexo. Sólo falta el arroz.
Y luego que un gol no deja de ser un gol. Nada más que un gol. Si dijeras que sólo celebran a lo grande los grandes goles, tírale que va. Pero es que ya te la montan con todos.
El mejor conferenciante del mundo da una conferencia magistral. Y, lo que es aún más raro, hay gente escuchándolo. ¿Te imaginas al ilustre dando volteretas en la tarima y besuqueando a quienes le acompañen en la mesa, uno de los cuales podría ser muy bien el gobernador civil?
¿Por favor!