García Martínez – 31 mayo 2005
Ha pasado con los franceses lo que tenía que pasar. Cuando las cosas no se hacen como Dios manda, ocurre lo que ocurre. Y esto que ocurre es que, al votar en Francia «non» a la Constitución europea, vamos a tener (o, mejor dicho, a no tener) los españoles pan y con qué comerlo.
-Si es que son muy suyos los franceses. Basta que España vote sí para que ellos voten «non».
Estoy en absoluto desacuerdo con el lector. No ha sido ese el motivo. Lo cierto es que ni se han leído el texto constitucional. Y, desde luego, en esas circunstancias cualquier cosa es posible. Ignoro si Chirac puso a disposición de la gente copias suficientes de la Constitución en la que acaban de ciscarse…
-Ciscar d Estaign, ¿no?
¿Quite, quite! ¿Qué tontería! Lo que digo es que, si no se ponen los medios, no puede haber resultados. Puede que sí se repartieron suficientes copias constitucionales entre la ciudadanía francesa, pero la ciudadanía francesa no quiso leerlas. Por lo que fuera. Apatía, gandulería, ¿qué se yo?
Igual fue -pues ya he dicho cómo son en Francia- que el personal anda más que ensimismado con la cosa del «escargot». Uno comprende que, a veces, sacar el «escargot» de su cáscara no es tan sencillo. Eso sucede sobre todo con los «escargots» que se llaman chupaeros, que te tiras media hora hurgando con el palillo y no hay forma. Tienes que sorberlo (y de ahí lo de chupaero). Aunque, como el «escargot» francés viene a ser más bien maeza, ni palillo siquiera se necesita para trincarlo.
Pero tampoco vamos entrar en mayores detalles. Con que hubieran hecho lo que hicimos en España, otro gallo les habría cantado. Porque, aquí, no únicamente los niños del cole se aprendieron la Constitución europea. También los adultos la podemos recitar de memoria. Como en la postguerra se recitaban los Siete Puntos de la Falange. Más aún que al pie de la letra, a los pies de lo que mandara el dictador.
Recordemos cuando los españoles, atendiendo a los ruegos de Zapatero, vivíamos sólo para aprendernos la Constitución europea. Y por eso ganó el sí. En Francia, como Zapatero no es de allí, pues no le han hecho maldito el caso.
A pesar lo bien que parla el francés.
-Dende luego.