García Martínez – 17 junio 2005
No suelen las buenas razones ser amores. Sí, en cambio, las obras. Pero lo que de verdad manda, en política, son los exteriores. Quiero decir que pintan más las formas que los fondos. Los envoltorios, vaya.
Queriéndolo o no, por los gestos que adoptan, los político al uso hacen que su fama sea una u otra. Esas formas que digo otorgan mucho más carácter que los discursos. Aun cuando los discursos fueren buenos, que alguna vez lo son.
Lo que diga Moratinos importa menos que el sambenito que se cuelgue a sí mismo para lucirlo en sus actuaciones públicas. Si el hombre, por lo que sea, decide hacer el Jaimito, eso será lo que a la postre cale en la opinión pública. De tal manera que la gente acaba diciendo: «¿Conoces el último (chiste) de Moratinos?». Si se fijáis, algo parecido sucedió con otros ministros de Exteriores, como Matutes y Morán. (Hacer el Jaimito no depende de la ideología -proliferan a derecha e izquierda-, sino que depende más bien del talante, ¿uf!). También Fraga es de los que, con frecuencia, interpretan al cómico famoso.
No es lo mismo hacer el Jaimito que hacer el Charlot. La charlotada tiene más prestigio que la jaimitada. Y no marca al político. Y si lo marca, será siempre a favor. Lo mismo no me estoy explicando. Pero yo me entiendo, aunque con eso no baste.
Cuando alguien pasa por la política haciendo el Jaimito, ya permanece como un Jaimito para siempre. En esto que digo, una extemporaneidad resulta más eficaz que cien equivocaciones. La autoridad, como se le llama, puede efectuar mal su trabajo un millón de veces. Pero, si no hace el Jaimito, si sus errores se atienen a la norma, a lo que se lleva, no pasará a la Historia con el baldón de tontaina a cuestas.
En la Murcia política hay diversos Jaimitos. Pongamos unos ejemplos, aunque sólo a modo de ejemplo, es decir, sin acritud. Uno sería Hernández Ros; el otro, Trillo Figueroa. Personas inteligentes -y con cultura, en el caso de este último- que, sin embargo, por sus jaimitadas, perduran para siempre como Jaimitos de la política.
Hay que llevar mucho cuidado. Tú podrás ser todo lo excelente que quieras y puedas, pero, si vas de Jaimito, como Jaimito quedarás para toda la vida.
Y no me olvido de Carod.