García Martínez – 9 junio 2005
Mi señor Fuentes Zorita, que es presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, acaba de proponerme una cata ciega de…
-¿De los vinos de la Región!
No, señora. Una cata ciega de agua.
-¿Pero pijo!
Como yo le diga. Lo que anda buscando nuestra autoridad acuática es que sea yo capaz de distinguir entre el agua que llamamos, por decir algo, potable y la procedente de la desalinizadora. Ni crianza, ni reserva, pues todavía la desalinizada es un agua joven. Ni siquiera del año. Del día.
-Entonces será afrutada.
Pues eso mismo digo yo. Pero, si he de ser sincero, sólo de pensarlo se me ponen los pelos de punta. No se me olvida lavomitona que tuve una vez que tragué agua del mar. Según Zorita, no hay nada que temer, hasta el punto de que, según porfía, ese agua que habría de catar es mejor que la del grifo.
-¿Hombre! Aquí, en Murcia, de los grifos siempre salió medio mierda.
No me sea malsonante el lector. Por favor. Que estemos en democracia no nos da derecho a todo.
Es cierto que el agua del grifo no sabe bien. Y suele llevar piedras. Ya he contado lo de aquel que se lisió duchándose. La prueba de lo que cuento es que muchísima gente la gasta mineral.
A la vista de mis prevenciones, el mismo Zorita arriesga una pista: «La que viene del mar (la de la cata, vaya) se parece mucho a la Solán de Cabras». Oye, me dejó muerto, porque la Solán de Cabras es agua muy apreciada.
-Lo mismo exagera.
No creo, pues, en esta cosa futbolística que escribe todas las semanas en La Verdad, se le aprecia ecuánime. Aunque, claro, el agua es mucho más conflictiva que el fútbol.
Añade nuestro amigo que, comoquiera que a la Solán le escasea sodio, le van a meter a la desalinizada una miaja de sal, para dejarla al uso y costumbre de los murcianos.
-Pero, bueno, ¿primero le quitan la sal y luego van y se la ponen?
Yo qué sé. A mí no me repriete el lector. Lo único que digo es que, si acepto ir a la cata del confederado, ha de ser con una condición: que esté por allí cerca, en la plaza de Fontes mismo, el Séptimo de Caballería.
Por si las moscas, más que nada.