García Martínez – 28 julio 2005
Se jodió el invento. Los fabricantes de mochilas deben de andar subiéndose por las paredes. Y con muchísimo fundamento. Ya lo pasaron mal cuando a las mamás les dio por dotar a los nenes de carritos de esos como los de la compra, con el fin de sustituir la mochila de toda la vida. Se alegraron un tanto los fabricantes, viendo que esas mamás que digo optaron por usarla ellas mismas, en forma de bolso a la espalda. Pero de nuevo pintan bastos -y cómo- para la industria.
En cuanto que los ingleses agujerearon a tiros a un pobre electricista en el metro de Londres, a los usuarios de mochilas se les han puesto las orejas tiesas. No es para menos. Si llevas mochila y corres, te pegan siete tiros. Si llevas mochila y no corres, ¿quién te garantiza, tal como están los miedos, que escaparás a las mortíferas balas.
-Lo de las mortíferas balas está muy bien traído.
Muchas gracias, hombre. Quien más, quien menos ha leído alguna que otra policíaca.
De modo que se acabó lo que se daba. En los tiempos que corren, la mochila ha pasado a ser instrumento de criminalidad. Será todo lo absurdo que usted quiera, pero así son las cosas.
Y lo peor es que esto empieza ahora. Nadie puede asegurarte que, cualquier día de estos, Scotland Yard no ponga bajo sospecha las mariconas. Porque una maricona, lo mismo que contiene unas gafas que un pintalabios, puede contener una granada o una pistola.
Digo más. Cuando la poli advierta que llevas un bulto en el bolsillo, lo más probable será que piense mal. Los bolsillos -bien porque el sujeto use un paquete de esos grandes, bien porque guarde en su interior el bocata de las once- también podrán poner en guardia al guardia, con perdón.
Y si todo fuera eso, tírale que va. Prescindes de mochila, maricona y bocadillo, y asunto resuelto. ¿Pero qué me dices de tu propio rostro? Hay gente que, por lo que sea, luce cara de borde. Pero no todos los que lucen cara de borde son necesariamente bordes. Hay buenísimas personas que son más feas que un dolor. Claro que, en cuanto que el policía sea de los que opinan que la cara es el espejo del alma, pies para que os quiero. Y entonces te disparan.
-Dan ganas de morirse, de verdad.