García Martínez – 21 julio 2005
Ni que decir tiene que, en tiempos de sequía, no hay más narices que hacer mudanza. No sirve seguir como si no pasara nada y toparte, de la noche a la mañana, con que no tienes agua ni para beber. Pero hay un peligro: aprovechar el temor colectivo a que deje de salir por los grifos, para tomar medidas que, aunque anunciadas como provisionales, podrían quedarse para toda la vida, entorpeciendo así el desarrollo de la Región.
Tiene muy mala sombra que la habitual falta de caudales en Murcia -lo acostumbrado- coincida con una sequía. Y eso porque, amparándose en esta última, pudieran apretarnos tanto el cinturón que nos dejasen secos de por vida. Que una cosa es la emergencia y otra servirse de ella para que lo coyuntural se convierta en definitivo.
Veo bien que, tal como están las cosas, se procure ahorrar agua toda costa. Y que se establezcan prioridades a la hora de ponerle restricciones al abastecimiento. Pero miedo me da -¿qué quiere que le diga?- que se nos anuncie de golpe y porrazo la posibilidad, a lo peor hasta inmediata, de no dar ni una gota, pongo por caso, a las llamadas nuevas zonas residenciales.
Autolimitarse está bien. Suicidarse, no tanto. Porque, hoy por hoy, el futuro de esta Región no parece que esté -al menos como lo estuvo antes- en la agricultura. Que se lo digan, si no, a los cultivadores de frutas, que están ahora mismo vendiendo sus producciones por debajo del costo. Y ese no es tema de este año, sino que está presente desde hace demasiado tiempo.
La demanda, de dentro y de fuera, para venirse a residir en Murcia se mueve en unas cotas nunca vistas. El ladrillo tiene futuro entre nosotros, bien que sin echar a perder la Naturaleza, pues de lo contrario mataríamos la gallina de los huevos de oro. Pero tampoco hay que demonizar, como se dice, el ladrillo. Ni alimentar la leyenda tan lamentable de que no debemos hacer campos de golf.
En Murcia no se trata ya de salvar este o aquel sector en detrimento de otros, sino de atenerse a lo que piden los tiempos. Lo que importa es sobrevivir y, si fuera posible, vivir un poco mejor. No Fulano o Mengano, sino el conjunto de la Comunidad. Ojo, pues, no sea que invocando el coco verdadero de la sequía nos la metan doblada para los restos