García Martínez – 19 julio 2005
Mañana, miércoles, festividad de San Ansegiso -según el Taco- se reúnen en Madrid, desde luego que a la sombra, el presidente de la Nación -digo la española- y el de esta Comunidad nuestra.
Ahora me gustaría que apareciese un lector lo bastante despistado como para preguntar cuál va a ser el tema de conversación.
-Mire, yo soy un lector lo bastante despistado y, sin embargo, le firmo que el tema será el agua.
Vale, tocante a inquietud social, vamos bien. Me parece de perlas que el señor Zapatero reciba al señor Valcárcel. Y que, si fuera posible, luciera la enseña de Murcia, como se hace con otros, a las puertas de Moncloa.
La reunión puede ser fructífera, no fructífera o ni fu, ni fa. Ninguna de las tres posibilidades excluye la oportunidad de la petición que me dispongo a efectuar. A saber, que venga Zapatero a Murcia. Como quien va a León, pongo por caso y creo que me explico.
La primera vez que estuvo por aquí, ZP era un recién llegado a la Presidencia y, por lo mismo, al problema del agua. Digo esto último porque, en un encuentro que tuvo con autoridades y fuerzas vivas, Zapatero se manifestó más bien ayuno de conocimientos cabales sobre la cuestión.
Eso es comprensible. Por mucho que uno se quiera dedicar a la alta política, no se puede llegar sabiendo de todo. Pero, claro, ha pasado el tiempo. El problema se ha ido enconando más y más. Y me supongo que el pueblo considera llegada la hora sublime de la comparecencia. El murciano necesita tocar el manto del Jefe. Tenerlo cerca y escuchar sus autorizadas explicaciones. La forma de hacerlo puede elegirla él mismo. Eso sí, no espere que se le reciba como a Franco aquella vez que vino y algunos de por aquí, masocas de todo masoquismo, le pusieron en la Glorieta una pancarta que decía…
-Agua para todos y todos por el agua.
No, no. Decía: «Bendita riada, que nos ha traído a Franco». En democracia no tendría sentido un tal culto a la personalidad, mediante el lema: «Bendita sequía, que nos ha traído a Zapatero». Si acaso, diríamos: «Bendito Zapatero, que por fin se ha decidido a jugar en la Condomina»