García Martínez – 19 Febrero 2005
Está más claro que el agua. Ninguna falta hace que los gobiernos se esmeren en poner en práctica planes de estudio que al final fracasan estrepitosamente. Son los mismos gobiernos que, al ser tan suyos, se dedican a deshacer lo que hizo el anterior, con lo cual los zagales son cada vez más burros, sin que toda la culpa -aunque también- sea de los críos.
Todo este asunto gravísimo de la mala educación o -por decirlo mejor- de la no educación, se va a resolver de inmediato, gracias a Dios.
Anuncian los medios un videojuego novísimo, que consiste en que la criaturica de turno haga méritos suficientes para ingresar en la familia de Don Corleone.
-Me está usted engañando.
Le aseguro que no. ¿Acaso no ve usted la tele? ¿Es que no está al corriente de lo que la modernidad nos trae cada mañana? Si consideramos que la familia Corleone no es lo que se dice una familia recomendable, me temo que los aspirantes a entrar en ella se van a convertir poco a poco en unos bordes de mucho cuidado.
Dentro del hogar, la desformación de los chiquillos ha de requerir unas prácticas. ¿Y sobre quién o quiénes practicará el pequeñín? Pues sobre lo que está más a mano: el padre, la madre, los hermanos, la criada ecuatoriana y las visitas. El aspirante a Corleone se dedicará a pincharle en el culo con un alfiler al padre de familia. Le atará al perrico un petardo en el rabo y lo hará explosionar. A su hermanito de teta le meterá en la boca el chupete del revés, con lo duro para adentro…
No quiero seguir enumerando ejemplos porque se me ponen los pelos de punta. En situación normal, a un zagalico (o zagalica) ya se le ocurren cada minuto mil y quinientas putaditas. En contra de personas, animales y cosas. Nada, ni nadie, queda libre. Y no te vayas a creer que piden perdón. Eso es porque no son conscientes todavía de ser unos hijos de puta, salvando desde luego a la pobre madre.
Ya sólo faltaba que se pidiera a nuestros niños ser peritos en maldades. En lugar de animarlos para que hagan Económicas, se les invita, desde la economía global, a que se levanten por la mañana tirándole con la metralleta a todo el que intente mandarlos al cole.