García Martínez – 14 julio 2005
Sin hacer ruido ninguno, como el que no quiere la cosa, ha salido a la luz un libro verdaderamente distinto. Le diré una cosa al lector. Si me lo hubiera leído de pequeño -ese u otro igual-, mi discurrir por la vida hubiera sido muy otro. Mejor, sin duda.
El librico en cuestión contiene las mil preguntas que uno, en llegando a este mundo, se hace cada mañana. Y lo bueno es que te incluye las respuestas. Tú naces, pongo por caso. Y ya antes de tener siquiera una miaja de conocimiento, sólo porque miras a tu alrededor, necesitas saber qué ocurriría si no existiese la Luna, cómo de rápidas caen las gotas de lluvia -cuando caían-, a qué velocidad sale el aire al toser, por qué las moscas vuelan igual en tu casa que en un tren en marcha, a qué ritmo crece el pelo o cuánto corre el caracol cuando se desplaza. Son interrogantes vitales, existenciales. Es lo que pide el cuerpo cuando aterrizas en el Planeta: saber con qué te encuentras.
Esas preguntas (y muchas más) nos las hacemos todos. En el consciente y en el subconsciente. Pero nadie las contesta, porque nadie sabe contestarlas. Lo más que hacen los adultos es decirnos: «Vamos, nene, deja de dar el follón».
La primera vez que te topas con una mosca -o una mosca se topa contigo-, lo natural y humano es querer saber qué demonios es y qué diablos pinta un semejante bicho. Por no ir más lejos, cuántas veces mueve las alas en un segundo o si le produce gastritis el consumo de mierda, que es lo suyo. Ignoro si a esto último responde el libro gordo (que no es gordo) de Gutiérrez, pero sí sé que preguntas y respuestas (todas ellas curiosas) trae a mogollón.
El dicho Gutiérrez es cartagenero y, encima, catedrático de Física y Química. El libro tampoco se llama como yo lo nombro, sino «Fisiquotidianía». Lo ha publicado la Academia de Ciencias de Murcia. Y ya en la misma portada te propone un asunto inquietante: «¿Somos más altos por las mañanas que por las noches?».
Este libro que digo te permite vivir la vida con conocimiento de causa, no como si fueras una maleta, que te llevan de acá para allá y no te enteras de nada. A ver, niños y mayores: «¿Por qué los pájaros no se caen de la ramas cuando duermen?».
-Que lo diga Gutiérrez