García Martínez – 23 septiembre 2005
El PP que dirige Rajoy denuncia la ley que establece los matrimonios gays, porque le parece inconstitucional. Es una pena que las cosas no se hicieran bien desde un principio, por culpa de la tirria insuperable que se tienen los socialistas y los populares.
Si antes de que se aprobara la ley que permite matrimoniar a los gays y lesbianas, los políticos hubieran actuado según el sentido común, ahora no tendríamos estas peplas. Pero ellos son así, señora.
Entre las personas a las que no les parece mal que los homosexuales se casen y aquellas otras a que les da lo mismo, creo yo que se compone una mayoría de los españoles. Por lo tanto, si de lo que se trataba era de legalizar el ajuntamiento, cabe decir que casi todos están de acuerdo. No se acaba de entender cómo es que colea tantísimo el asunto, pues vuelven a ponerlo encima de la mesa, en torno a algo que pudo resolverse en su día.
Lo que a muchos del PP (y del PSOE) no les agrada es que esa unión se denomine matrimonio. Las cosas son como son, cada cual tiene su alma en su almario y entre el personal está muy arraigada la idea de que el matrimonio, lo que se dice el matrimonio, se compone de un hombre y una mujer.
El problema sigue siendo semántico. Lo que ha echado a perder un actuación política a gusto de todos, radica en que el PSOE -desoyendo lo que se dice en la calle- se ha empeñado en usar la palabrica tradicional.
Si en algunos sectores, ese término aplicado a gays y lesbianas hiere la sensibilidad de tantos ciudadano, pues, coña, dejemos el matrimonio donde estaba, usando en su lugar para este caso la palabra unión. Sépase que hay muchos homosexuales que no desean ser matrimoniados, sino unidos en alianza.
De haber caído Zapatero en esa cuenta, hoy no tendríamos que estar todavía a vueltas con el viejo tema.
-Ya. Y de la adopción, ¿qué?
Eso es más espinoso. Son legión -y entre ellos hay homosexuales- los que no lo tienen claro. Pudo haberse aprobado la ley sin llamarle matrimonio al casorio homosexual (con lo que no se perjudica a nadie y se contenta a muchos), dejando las adopciones para más adelante, por ser esta una fruta que está todavía demasiado verde.
Debatirla -y debatirla bien- es la mejor forma de madurar este melocotón. Pero a ellos lo que les va es montar la trifulca por todo. Y cabalgar el penco de los intereses partidarios, en lugar de subirse al caballo del interés general.
Y la verdad es que ya aburren.