García Martínez – 14 septiembre 2005
La opa está de moda. Hoy en día, hasta el más lerdo sabe lo que es una opa. Su puesta en práctica se limita, por ahora, al mundo de la economía. Pero, visto que en realidad se trata de que uno se jale a otro, la dicha opa podría servirnos también en el área de la política. La cuestión es buscar la fórmula mejor para la supervivencia, tranquilidad y progreso del ciudadano. Y esta de la opa no parece mala. Al menos en su apariencia.
Me pregunto si se le podría poner una opa, por ejemplo, a Carod Rovira. Y me respondo que sí. ¿Acaso Carod es más importante que Endesa? A mí me parece que no. Tú le das a cualquiera a elegir entre una eléctrica y Carod, y sin pensarlo se queda con la eléctrica
Por lo tanto, Carod es susceptible de resultar opado. Quien dice Carod dice algún otro individuo o incluso una decisión. En esa circunstancia hablaríamos de una opa contra la derogación del trasvase del Ebro.
Ya sé que en esto ha de intervenir la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Muy bien. ¿Y es que Carod o la liquidación del Trasvase no son valores? En alza o en baja, que esa es otra historia, pero valores a fin de cuentas.
Al ser tantísimas las opas que, tratándose de Murcia, habría que poner en marcha, debería crearse una consejería nueva: la consejería para el Uso y Empleo de las Opas. Si no pudiera ser, porque el estatuto -que no el Estatut- no consiente que haya más, pues se quita alguna. O dos de las actuales se refundan en una sola. En política siempre hay salidas para todo.
-¿Y esas opas que salieran de Murcia serían hostiles?
No, señora. Si tiene un poco de paciencia, se lo explico. En una primera intentona, la opa sería amable, que es como dice Ibarreche que deben ser las relaciones entre vascos y españoles. Esto responde al principio filosófico de que, cuando los asuntos se puedan arreglar por las buenas, no hay por qué hacerlo por las malas.
Ahora bien, supongamos que la opa amable e incluso cariñosa no funciona. Pues entonces ya no queda más remedio que acudir a la opa hostil.
-¿Y cuántas opas hostiles calcula que se podían lanzar desde Murcia?
Déjeme pensarlo, pero, tirando por lo bajo, unas dos mil quinientas.