García Martínez – 04 septiembre 2005
La subida de sueldo a los militares -que la habrán recibido con diana floreada- se ha hecho coincidir con la publicación de la lista de precios de las mercancías que se expenden en los Huertos del Malecón. No sé si esa coincidencia ha sido buscada por el Gobierno -Saura dirá que sí- o se trata de una mera casualidad.
La cuestión es que, gracias a Zapatero, los militares se podrán dar el gustazo de tomarse dos morcillas, cuando antes sólo podían acceder a una. Un par de ellas les sale -lo mismo que a los paisanos- por un euro con sesenta centavos. Eso significa que una sola morcilla vale ochenta céntimos. Lo veo bien.
Pero, claro, el problema radica en el tamaño de la morcilla. Lo cual no sé si se ha consensuado en algún pleno del Ayuntamiento. Pues ya sólo faltaba que no se pusieran de acuerdo ni siquiera en lo de las morcillas.
Esto del tamaño lo menciono porque, claro, hace unos días tuve ocasión de ver unas compradas en la carnicería, que más parecían cuentas de un rosario. De tan pequeñas. A ver si me comprende la autoridad: no es que yo pretenda que la morcilla sea un morcillón. No es eso. Pero su calibre ha de ser suficiente. Una cosa que esté bien.
Mi propuesta sería que las morcillas de los Huertos tuviesen un tamaño estándar -un calibre, vaya- establecido por decreto (no diré decreto ley). ¿Cuál sería ese tamaño ideal? De acuerdo con mi experiencia, que no es poca, la morcilla digamos legal ha de permitir hasta tres sorbitones.
-¿Mande?
Sí, hombre. La morcilla bien tomada se toma a sorbos. A ver si voy a tener que explicar ahora como se da cuenta de una morcilla, hombre, por favor. Las pequeñas a las que me he referido te las liquidas de un sorbitón. Eso no debe ser. Y, luego, la tripa ha de quedar plana después de sorber tres veces. Ni una más, ni tampoco una menos. Otra cosa: esa tripa ha de ser de animal, no de plástico. Lo digo porque hay quienes se la comen, sobre todo si la morcilla se hace a la plancha. Y no es cosa de meterte en el cuerpo un trozo de plexiglás.
-Enterado de lo anterior, ¿podría indicarme a cómo va el chiquillo?
El chiquillo sale un poco más barato. Lo tiene usted a setenta céntimos.
-Correcto.