García Martínez – 11 octubre 2005
Los políticos de aquí de la zona regional esta nuestra pretenden que, con la reforma del Estatuto (al que llamaremos Estatutico, mejor que Estatut), nos transfiera el Gobierno central más competencias. Nuevas competencias.
-Eso está muy bien. Cuanti más, mejor.
O quizás no. Porque hay quienes piensan distinto. Aludo a los que se consideran gatos escaldados por la transferencia de la Sanidad -que, por lo que dicen, fue sólo de cuatro perras- y no quieren ni oír hablar del asunto.
Bien mirado, aquí no necesitamos nada más que una competencia. La que nos permita traer agua de donde sobre. Todo lo demás es trabajo vano que se le acumula a la Administración regional. Papeleo y flor de malva.
Si, como parece, una vez aprobado el Estatut, los catalanes se pasarán la vida conviniendo con el Estado sobre esto y lo otro, nosotros podemos hacer lo mismo. De modo que devolvemos las competencias que nos han dado hasta la fecha (como hicieron con el rosario de la madre de María Dolores Pradera) y nos conformamos con una sola que sea la que verdaderamente nos interese.
Considerado el talante (¿je!) de los murcianos, bastará con que nos levanten el tablacho, que ya nosotros nos encargaremos de lo demás. Y ese lo demás -Sanidad, Zootecnia, Derechos de Autor, Calendario festivo y otros- lo negociamos año a año con Madrid.
Se pedirá para cada ejercicio lo que veamos que precisamos. Ya sé qué el Estado, por su parte, procurará recortar. Pero, bueno, por mucho que recorte, en teniendo Murcia agua abundante, ¿para qué quieres más?
Si, como consecuencia de lo dicho, ya no hicieran falta aquí tantísimas consejerías, pues, nada, configuramos un Gobierno regional con dos o tres de ellas. Así ahorramos gastos superfluos. Diré más. Comoquiera que el presidente Valcárcel se sabe como el agua el tema del agua, no haría falta ya consejero ninguno. Ni dos, ni tres. ¿Ninguno, joder! El solico, que ya es mayor.
-Ya, pero… -interviene Ruizvivo.
Calle, calle. Recapacitemos. A este lo podemos dejar de ayudante de Valcárcel, como si fuera el Pedrín de Roberto Alcázar. Más la Gala.
-Venga, vale -se acomoda Ruizvivo.