García Martínez – 22 noviembre 2005
Parece como si los chicos del Real Madrid se hubiesen amanerado todavía más. Esa impresión vienen dando en los ultimísimos tiempos. Se ha visto que cuando un equipo funciona en equipo, todo sale mejor que si cada estrella, por muy estrella que sea, va a su aire. Cuando el conjunto actúa conjuntado, con perdón de la mesa y de Florentino, una figura brillante, tal que Ronaldiño, aún brilla más.
-Lo que no entiendo es cómo se permite usted opinar de fútbol, no teniendo como no tiene ni zorra idea.
Eso es verdad. Pero, mire usted, si todo el mundo dejara de hablar de aquello que ignora, nadie hablaría. Seríamos una legión de mudos. ¿Satisfecho? Si no lo está, me da lo mismo.
El Guti se ha puesto de morros, porque la afición madridista aplaudió al Barcelona. El Guti, con lo que gana, no tiene derecho a manifestar enfado ninguno. El aficionado blanco es coherente. Y, además, a la fuerza lo ahorcan. Si no puede aplaudir al Madrid porque los suyos lo hicieron muy mal, pues saca las palmas que tenía guardadas para la ocasión y se las regala al contrario, que lo está haciendo muy bien.
Con el derbi del sábado, el único que puede y debe enfadarse es el pagano. Tanto el que está en la grada, como el que ha soltado los cuartos a través del peiperviú. ¿Estás en lo que es?
Hay otra cosa. Los seguidores del Madrid, al ovacionar al Barça, están mostrando un civismo y un sentido de la justicia que sólo elogios merece. ¿O qué? ¿Hemos de estar hasta la muerte con el Guti y la compaña? Pues no. Ni aun cuando Guti devolviera al Club, por haber hecho el ridículo, una parte de su soldada (Soldado es otra cosa), ni aun así, digo, debería cabrearse. Menos todavía si practica el «Santa Rita, Rita…»
La derrota sabatina tiene consecuencias muy malas para la estabilidad de España. Si hubiera ganado el Madrid, los del tripartito tendrían que callarse e incluso retirar el Estatut. Eso es de cajón y ocurre en las mejores familias. Pero, como no ha sido así, dirán: «Está claro que, tras el tres a cero, nos corresponde, como mínimo, la autodeterminación». ¿Quién les dirá que no?
Sepa, pues, Guti que él y sus compas nos acaban de dar una patada en el culo a los que no somos nacionalistas (ni tampoco necesariamente nacionales).