García Martínez –13 septiembre 2002
No sé si la feria taurina de Murcia es peculiar. No conozco otras lo bastante como para poder comparar. Pero intuyo, por lo que se dice, que encierra algunas peculiaridades.
Hay quienes opinan que la gente de aquí va a los toros para que la vean: «Mira, allí está Fulanico. Por ahí anda Mengano. ¿Pero no había quebrado? Pues no lo parece. Al precio que están las entradas, un quebrado no puede tener acceso al coso».
—Piense usted que hay mucho tifus.
Bueno, bien, pero eso allá el empresario. Por cierto que el empresario es persona a la que, sobre todo en llegando estas fechas, se le hace reverencia social. En los toros, decir la empresa es decir mucho. No es igual la empresa (de los autobuses, por no ir más lejos), que la empresa de la plaza de toros. Esta última tiene mucho más empaque. Reluce más. Debe de ser por la índole del objeto social, que se llama.
—A la autoridad murciana le encanta ir a los toros.
Sobre todo si es de gratis. En bastantes casos, la autoridad, además de que no paga, tampoco aporta merienda, sino que siempre hay un particular que aporta el suministro.
Otra particularidad que se le achaca al respetable murciano es que acude a la plaza a merendar. Yo eso no lo veo mal. Generalmente, bien porque falla el toro, bien porque falla el torero, bien por las dos cosas, las corridas aburren incluso a los incondicionales más entusiastas. ¿Qué hace el público? ¿Cabrearse, estando como estamos en fiestas? Pues no. El público llega y merienda. Y no ya porque los duelos con pan son menos, que es una verdad como un piano. Es que lo requiere el festejo. El famoso pan y toros. Lo que sucede es que la intelectualidad entiende por toros, la cultura, y por pan, el guisado cotidiano. Y nosotros entendemos por toros, los toros, y por pan, la mojama regada con fino.
—¿Y no es mejor con caldos de la propia tierra, ahora que salen tan buenos?
Mire usted: hay que someterse al rito. Y el rito, por lo que sea, pide fino. Quizás porque lo taurino se asimila a lo andaluz. Yo sé de personas de aquí de Murcia que, en cuanto que entran a la plaza, se expresan con acento de Andalucía. Practican el ceceo si ningún rubor. Sentencian:«Eze toro está tuerto» y así.
En fin, la vida.