García Martínez – 27 junio 2002
entraré en discusiones tardías sobre la jornada de paro reciente. Al estar todas las cifras trucadas, cada cual puede pensar lo que quiera. La huelga general no me pareció tan general como la pintaban. Más bien la vi como una huelga particular, que llueve y se moja como las demás.
Este tocar el éxito sólo con la punta de los dedos se veía ya venir. No creo que únicamente lo viera yo, habiendo como hay gente perspicaz en el país. Desde que Méndez y Fidalgo se hicieron cargo, las cosas no han rodado bien en ninguno de los dos sindicatos mayoritarios.
Supongamos que me topo con una persona normal y corriente, que las hay, claro que las hay. Y le pregunto quién es el jefe de CCOO y quién el jefe de UGT. Si el individuo es normal y corriente, si no está maleado, si mira las cosas con limpieza y las ve como aparentan ser, te dirá sin dudarlo que el alto es quien manda en UGT y el bajito quien gobiernas en CCOO. Todo el mundo –menos unos pocos muy sindicalizados– te responderá lo mismo.
El alto se llama José María Fidalgo. Y tiene toda la pinta de ser de UGT. Bueno, pues no: es de Comisiones. El bajito de la barba responde por Cándido Méndez. Y lo mires por donde lo mires, concluyes que pertenece a CCOO. Bueno, pues no: es de UGT.
Tan alto e incluso esbelto, al Fidalgo lo catas y te sabe a UGT, por ser un sindicato como más así, ¿no? Más señorito, por decirlo de alguna manera. Te coges a Méndez, con esa barba de hombre lobo y esos ojetes penetrantes, y no puedes pensar que esté dentro de la UGT. Lo tienes por hombre de CCOO, que es un sindicato como de gente con menos glamour. O más desvalida y necesitada de atención.
Andan, pues, Fidalgo y Méndez con los sindicatos cambiados. Parece que no, pero esta cosa de los físicos es muy importante en los hombres públicos. Mira como Aznar no tiene duda. Con su bigote y su pelo tan negros, todo el mundo lo entiende de derechas. O Zapatero, cuyo candor y belleza de Ángel de la Oración del Huerto, de Salzillo, está proclamando que es de izquierdas. Referente a Llamazares, no sé qué decir. Llamazares es un fenómeno aparte.
O los sindicatos cambian de jefe, o los jefes se cambian de sindicato. Lo de ahora es pura confusión improductiva.