García Martínez – 27 marzo 2003
Cuando el tremendo accidente de ferrocarril cerca de Chinchilla, tanto Valcárcel como Gómez Fayrén clamaron contra el Gobierno de Madrid. Pocas veces habían sido tan contundentes. Se detectaba en ambos un rebelarse indignado contra la desidia de los de arriba.
Esa misma actitud quedó ratificada pocos días después, cuando los empresarios murcianos se manifestaron en igual sentido. Cotundencia se llama esa figura. Algo que se practica menos de lo debido, por aquello –tan frecuente en política– de andarse con paños calientes, no vaya a ser que…
El viernes en la mañana, en el programa de uno que le dicen Jiménez, en Radio Nacional de España, Valcárcel fue preguntado sobre el lamentable ferrocarril del tramo Albacete-Cartagena. También en esta ocasión hubo contundencia, sobre todo cuando aludió a los veintiún muertos que se produjeron contando el accidente de Tobarra. Pero no tengo muy claro si esa contundencia era justo la misma que cuando los cadáveres estaban aún calientes.
El presidente Valcárcel, avalado por una mayoría tan notable, tiene en este tema del ferrocarril la oportunidad de resolver casi de un plumazo el viejo contencioso. Sería una demostración de que por fin somos alguien ante los señores de Madriz. Aunque para eso tengamos que poner sobre la mesa a nuestros muertos. De esa forma su sacrificio no habrá sido del todo en vano.
Valcárcel debería seguir pegando fuerte. Sí, he dicho pegando, ¿y qué? Hasta ahora, las declaraciones del ministro de Fomento no han hecho sino fomentar el cabreo de la gente de Murcia. Se trataría, creo yo, de hacer un tal alarde de contundencia que tengan que arreglarnos el problema ya mismo. Ni parches, ni soluciones provisionales, ni leches. Queremos, de la noche a la mañana, dos vías electrificadas.
—¿Y los plazos burocráticos?
Que se cumplan, pero a rajatabla.
—¿Y el AVE?
Por añadidura.
Las cosas son como son. Déjese Cascos de tomarnos el pelo. Y atienda a la justa reclamación murciana de un ferrocarril como Dios manda. Y si hubiera que acudir a una instancia superior, Valcárcel sabe cómo se hace eso.
—Que las generales están en la vía.