García Martínez –13 septiembre 2002
BIen está –dijo el otro– lo que bien acaba. O, para ser más exactos, lo que bien empieza. Porque la renovación de vehículos que acaba de hacer la empresa de los autobuses urbanos (quitar diez mastodónticos para ponerlos medianos) parece el inicio de una carrera de sustituciones.
Desde esta columna que se ha de comer la tierra ha venido uno clamando mil y unas mañanas para que retirasen esos autobuses –absurdos por su enormidad– que entorpecen el tráfico capitalino. Porque si todavía fueran ocupados como Dios manda, tírale que va. Pero es que su sino es circular sin clientes a casi todas las horas.
Visto el silencio que han venido manteniendo la empresa y el concejal encargado, uno pensó que andaba predicando en el desierto. De ahí que la noticia del cambio de unos autobuses de doce metros de largo por otros de nueve no otra cosa que gozo nos produzca. Hasta el punto de que esos silencios pertinaces de la empresa y del concejal –aun siendo notoria falta de educación– los da uno por buenos, en plan aquí no ha pasado nada y lo que importa es que la ciudad se beneficie.
Esta de sacar autobuses más amanosos es una de las medidas que requiere la ordenación del tráfico en la capital. Pero hay que tomar otras para poder salir de un atasco generalizado que ya es agobiante.
—Como ensanchar las aceras de Jaime El Conquistador, ¿verdad?
¡Quieto parao, que esa es otra historia! La culpa de lo mal que anda el tráfico no es achacable a esas mejoras. Las aceras anchas y las calles peatonales van a favor del público en general. Si no se puede circular por el centro de Murcia en coche, circulemos a pie. Y para que eso ocurra es preciso que los vehículos dejen espacios suficientes, moviéndose tan solo por vías principales.
—Sí, pero…
Perdone que le interrumpa. Ayer mismo estrené yo la parte de acera de Don Jaime que ya está terminada –bueno, falta pulirla– y, mire lo que le digo, se transita por allí tan a gusto. También le diré, por si no lo sabe, que los comercios quedan revaluados. Y que los escaparates relucen más y mejor.
—¿Se refiere a que dan ganas de entrar?
Me refiero.