García Martínez – 31 mayo 2004
Constituidos en jauría, los columnistas de la derecha se le han echado encima al pobre Bono, con el despiadado ánimo de morderle en la yugular.
—Y los tertulianos, igual.
Ya. Pero cuando digo columnistas estoy diciendo también tertulianos.
Si se fijáis están a la que salta con el nuevo Gobierno. Cualquier metedura de pata, por leve que sea, la magnifican. ¿Y por qué? Pues porque hablan y escriben con prejuicio.
Ahora han montado la marimorena porque a Bono le han concedido (o se ha concedido, que para el caso es lo mismo) la Gran Cruz al Mérito Militar…
—Sí, pero ¿con cuál distintivo?
El blanco.
—¡Ah, vale! Es que si hubiera sido el rojo, sería ya para morirse.
Se supone que la distinción le llega por los servicios prestados como ministro de la No Guerra, o sea de la Defensa. Que lleve cuatro días en el cargo no significa nada. Acordarse de Sansón y los filisteos. A Sansón sólo se le conocía de ir por las ferias de provincias, haciendo alarde de fuerza. Pero, chico, fue cargarse el templo, y se volvió mucho más famoso que Beckham.
Desde que tomó posesión, Bono es que no ha parado. Y, claro, por mucho que esté lejos de él cualquier afán de protagonismo, la gente se entera de las cosas y sabe agradecerlas.
—Pero es que a Trillo no se la dieron tan pronto.
Bueno, eso todavía es más grave (y que me corrija el ex, si me equivoco). A Trillo es que no se la dieron jamás. O eso me creo yo. A lo mejor resulta que tiene la colección completa.
A mí me alegra que se la cuelguen a Bono. Y deploro a los columnistas pagados con el oro de Washington. Pero tengo que decir lo siguiente: ¿por qué no me la cuelgan a mí también?
¡Hombre, por favor! Es que yo me chupé veinte meses de mili, que se dice muy pronto. En Villaverde (Madrid). Sí, señora. De buena mañana, el soldadico que yo era recogía la basura del cuartel, iba por el pan de mi comandante diariamente, limpiaba los cristales de las ventanas de la compañía y se me hicieron callos en los dedos de tanto dar polvo de ladrillo a lo metálico del mosquetón.
O sea que, de esas como la de Bono, yo me merezco por lo menos tres.