García Martínez – 20 junio 2003

paso de los siglos nos va haciendo a todos más iguales. En el sentido de que unos y otros ya echamos casi el mismo gusto. Quiero decir gusto a nada. La globalización esta que llaman nos clona y nos clona. La clonación de las cabras se hace de una manera distinta a la de los hombres. Estos no necesitarán nunca de la ciencia, pues ya los clona la propaganda.

Lo cual no quita para que, todavía,  aunque por poco tiempo, ca uno siga siendo ca uno. Y eso se ve en lo que nos traen los medios. He aquí lo que se denomina miscelánea de acaecidos y experiencias de los últimos días.

Tenemos lo de Mick Jagger. Es este un santo que, por más que pasan los años, no pierde devociones. Diría que las gana, fíjese usted. Por la atención que se le presta, por la cara de gusto expectativo que ponen los adictos cuando se habla de él.

—¿Es que no le mola?

No me mola, no. Más no tanto en lo musical como en lo físico. Tiene un rostro muy basto, ¿no? Como de mula. Así es que confieso que paso, y mándeme el lector todos los insultos que quiera.

La otra noche, el periodista ese calvísimo entrevistó a Álvarez del Madroño, que deja –bueno, le hurtan– la alcaldía de Madrid. Hice la prueba de ver la entrevista con la voz quitada. Estupendo, oye. Me gustó más en la segunda mitad –y si digo otra cosa miento­–, pero estuvo muy bien en general.

Con motivo del follón de la Asamblea de Madrid, algunos conspicuos del PP, sobre todo Arenas, han aprovechado para hacer ver su sentido del humor político, diciendo que, desde luego, las elecciones se convocarán «con la esperanza, nunca mejor dicho, de que gane el PP». ¿Lo pilla el lector?

Luego está lo de Corsini, el italiano este que preside la Renfe.

—¿Cómo sabe usted que es italiano?

¡Ah, no lo sé! Lo decía sólo por el apellido. Pero, vamos, a mí me da lo mismo. Pues Corsini habló y dijo: «La seguridad en el ferrocarril no se cuestiona». ¿Quién le daría el cargo al tío este?

Lo más llamativo es el anuncio de la tele. Se ve a una pareja que viaja en coche. Ella, que es muy mona, le dice al chico: «Sí, pero antes hay algo que deberías saber: yo no nací en Alicante». Se quita la máscara y aparece el rostro de una marciana de color verde. ¡Dios!