>

Blogs

Inma

Zona de embarque

Nos vamos… ¡Con la música a otra parte!

Nuestro viaje de hoy nos lleva a lugares donde…  ¡la belleza se puede oir!

Dejamos en nuestra casa aquello tan reiterado en los viajes de: “¡Qué bonito!”. Con frecuencia hay alguien que pregunta al regresar de un viaje: ¿Estuviste en tal sitio?  Y, siempre -qué casualidad- justo ese sitio es el que no nos dio tiempo a visitar. Y rápidamente el interlocutor añade a modo de pequeña ventaja: “¿No me digas que te lo perdiste?”

Así que, cambiamos de tercio. Dejamos de lado la importancia de: “¿Has visto?”. Y, en nuestro viaje de hoy la pregunta sería: “¿Has oído?”. Nos vamos a lugares donde el sonido es el protagonista. Lugares donde la belleza nos entrará… ¡por las orejas!

En algunos de ellos, la naturaleza hace de las suyas. En un viaje, si se pone a llover, nos parece a priori un contratiempo. Pues bien, en Alemania, hay un lugar donde desearemos con todas nuestras fuerzas que ese día, llueva. Y puestos a desear, que sea a cántaros. En la ciudad de Dresde, en la fachada de un edificio todas las tuberías están a la vista y canalizan el agua de la lluvia que, al caer por su interior, va haciendo sonar la música. La gente que lo ha oído comenta que no hay dos días iguales. Además de las tuberías, hay unos embudos que hacen las veces de sonido de trompetas, si ese día –además de llover- hace viento.

Así que, se podría jugar con aquello de: “En Dresde, la lluvia es una maravilla” con licencia sevillana por supuesto.

En Croacia encontramos otro rincón sonoro donde las olas de mar se transforman en una partitura al atardecer. Allí, la ciudad de Zadar quedó muy destruida tras la guerra. Este proyecto musical ganó hace unos años el premio “Espacio público urbano” en la idea de reconstruir la ciudad dañada. La orilla del mar está diseñada en forma de escalera, con cavidades en cada uno de sus escalones. Las olas del mar penetran por estos huecos que internamente son tubos y… ¡se hace la magia!  Estos atardeceres a la orilla del mar, oyendo música producida por el vaivén de las olas, fomentan un lugar precioso donde, a diario, se unen turistas con los propios habitantes de la ciudad.

En Grecia hay un teatro que sorprende también por temas acústicos. Los susurros, sí, sí tan solo susurros en el escenario se pueden oír en la última fila del teatro de Epidauro. Cuando lo visité, me acompañaba una familia de venezolanos con hijos adolescentes. Estaba con los padres en el escenario y sus hijos se habían subido a la última fila del teatro. El padre, en tono de susurro le dijo: “Sube el brazo derecho”. Y su hijo, allá en lo alto, lo alzó. El padre, con gran sentido del humor, comentaba: “Vaya, es la primera vez que mi hijo me obedece sin rechistar”. Esta anécdota muestra la gran acústica que, hoy más de dos mil años después, aún es un enigma que está siendo estudiado, pues no deja de sorprender.

Una parada obligada en esta ruta sonora es la ciudad musical por excelencia: Viena. Cuando hay óperas en el Teatro, en las arias, hay unos micrófonos escondidos en la fachada. Y, en estos momentos sublimes, se activan y todos los paseantes pueden disfrutar de la sonoridad. Es más, la gente se aglomera unos minutos antes, con un café en la mano; Algunos grupos de jóvenes se sientan en el suelo. Los turistas como nosotros, intuimos que algo va a pasar porque observamos cómo los paseantes van disminuyendo el ritmo de su andar. Y… ¡qué dicha cuando, de repente, averiguamos el porqué de este detenimiento! Es la famosa querencia de estar en el lugar adecuado a la hora justa.

Terminamos nuestro recorrido musical en un lugar más cercano, con el lenguaje musical en una isla canaria: El conocido >. Aquella forma de comunicarse entre pastores en zona montañosa, tiene hoy reconocida su valía por la Unesco como bien catalogado. Y, podemos estar tranquilos, pues está garantizada su continuidad ya que forma parte de las asignaturas de los estudiantes gomeros con el fin de asegurar su pervivencia. ¿Se los imaginan haciendo los deberes de esta asignatura? Merece la pena vivirlo in situ ya que la fuerza de la comunicación sin palabras nos dejará boquiabiertos y, con muchas ganas de silbar.

Maestro, ¡que no pare la música!

Temas

Curiosidades y crónicas viajeras

Sobre el autor


mayo 2014
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031