Están por toda la costa. En lugares en los que la fuerza del mar se deja sentir con toda su potencia. Antiguamente los fareros vivían en una casa adosada al pie del faro. En una isla canaria un farero puso en la plataforma una mesa de ping-pong. Sus familiares me cuentan, que cuando iban a visitarlo, regresaban boquiabiertos ante tanta explosión de belleza.
Antaño los fareros actuaban, en ocasiones, como auténticos gestores inmobiliarios. Tenían una hoja de reservas, ordenada por fechas y por períodos –normalmente semanales- y los oficios de los puertos cercanos, cuando les tocaba, es estricto orden, alquilaban estas habitaciones previamente reservadas y pasaban de este modo sus vacaciones con su familia en un faro.
La vida, dicen, da vueltas y, muchas veces el círculo llega al punto de partida inicial. Este año podemos llamarle el “año de las luces”, pues los faros volverán a recobrar su esplendor, no ya luminoso (sus linternas, están hoy electrificadas), pero sí como nueva forma de alojamiento, que tendrá a buen seguro el sello del encanto de los emplazamientos donde se encuentran. Los amantes del mar están de suerte.
Uno de mis favoritos es el Faro de Cabo Mayor (Santander). También se denomina, por razones obvias, “Faro de Bella Vista”. Para llegar hasta él, se abandona la ciudad, los semáforos y calles asfaltadas y… comienza un paseo de varios kilómetros hasta su pedestal que bordea playas, bosques, calas escondidas, ¡hasta un campo de golf!
En otras ocasiones, es la ciudad la que ha “avanzado” tanto en su querencia de conquistar la primera fila del litoral que faro y calles son el mismo ser. Un botón gracioso de muestra lo podemos encontrar en La Rochelle (Francia). En esta preciosa ciudad si vamos caminando y no prestamos atención en nuestro paseo, lo podríamos confundir con una vivienda normal. Pero, eso sí, con un poquito de atención… ¡se delata!
Al igual que las “pousadas” portuguesas, los ryokan japoneses o los paradores españoles, pronto los faros serán una opción más a la hora de elegir un alojamiento en uno de nuestros viajes. Los huéspedes alojados en ellos tendrán garantizadas unas vistas magnificas al mar y a la naturaleza.
España cuenta en la actualidad con más de 387 faros. De todos ellos, tan solo podrán convertirse en hotel 137, puesto que los otros no tienen posibilidades de negocio por su deterioro. Otros países europeos, así Noruega, Portugal o Reino Unido ya cuentan con faros-hoteles. En España hasta ahora sí teníamos hoteles y restaurantes situados muy próximos a faros (en Galicia y en la Costa Brava).
Dejamos para el final, el conocido como “El rey de los faros”, por ser hoy en día el más antiguo de Europa. También lo llaman, “El Versalles del Mar”, por su majestuosidad. Hablamos del Faro de Cordouan en el litoral atlántico francés, muy cerca de Burdeos. Está situado en un arrecife a unos siete kilómetros de la costa. Tiene, digamos -con todos los respetos-, una “doble vida”. En bajamar, se puede ir caminando hacia él. En alta mar, el choque de las olas es espectacular.
Me imagino que estos futuros hoteles en faros tendrán casi prohibido el servicio de despertador a los alojados pues donde esté un despetar con el sonido de las olas, que se quite todo lo demás.