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Agosto “en pareja”

El día uno de agosto es de esos que muchos, nada más estrenar un nuevo calendario, lo marcan en color, con las ansias de que el tiempo vuele y comiencen las vacaciones. 

Ahora que estrenamos nuevo mes de 31 días (¡gracias Octavio Augusto!) estamos decididos a pasarlo “en pareja”. Son, además, ¡tres parejas bien avenidas!

El dúo más utilizado durante décadas ha sido el combinado, de “sol y playa”. ¡Un gran lema de marketing de los tour operadores donde los haya! Está vigente desde la década de los setenta y potencia las virtudes de esta “pareja” que tanta aportación ha supuesto al PIB nacional. Es más, aún causa estragos, pues siendo válido, al ser la opción más solicitada para pasar el verano. El combinado perfecto, vaya.

Vamos con otra “pareja”, también singular. Las dos primeras palabras que suelen aprender los extranjeros que acuden en vacaciones a España son: “siesta y fiesta”. “Paella” va, a veces, en un “trío”. Pero no liemos el tema veraniego y, quedémonos en las “parejas”. Es además una forma de medir cuán rápido se integran los turistas en España. Los hay que, en tan solo unas horitas después de salir del aeropuerto ya las ponen en práctica y, en menos de veinticuatro horas, ya durmieron las siesta y se fueron de fiesta. Otros son un poquito más reacios –y tímidos- a la hora de integrarse en nuestra idiosincrasia y tardan más en dejarse embaucar por estos dos pequeños placeres, tan típicos del verano, pero que también se practican a lo largo de todo el año.

Muchos extranjeros me preguntan incrédulos si es verdad que las ciudades “se cierran” después de comer. Y al final terminan cual creyentes y, además, practicantes. Y ya no dudan que la sobremesa requiere un sofá, una hamaca o una tumbona; Y, si estos lechos están junto al mar, entonces ya, podemos dar por hecho que el año que viene volverán a nuestro país. Ya les digo, esta pareja de “siesta y fiesta” cuando es con brisa marina crea adicción según se está estudiando también por los expertos en turismo.

Terminamos con una tercera “pareja”que está creando tendencia en los últimos años. Está pensada para presupuestos … no ya “low cost”, sino: “lowest cost”. Traducido al castellano: Está ideada para una economía de bolsillo, aplicable para los casos en los que las circunstancias nos puedan dejar sin vacaciones en agosto. Pero aún así, tenemos también nuestra “pareja”. ¡Faltaría más!

Es la modalidad “piscina y jardín”. Muchos no tienen más remedio que quedarse en el pisito de ciudad sea porque tienen que estudiar de cara a septiembre (¡suerte a todos!); porque no tienen vacaciones ahora, o porque sus ahorros se quedaron más cortos de lo que presupuestaban. No pasa nada. El binomio para poder disfrutar en estos casos es transformar el apartamento y, sin coste alguno de mudanza, lograr tener en él una piscina y un jardín. Lo explicamos someramente. Eso sí, habrá que ponerle un poquito de imaginación para lograr que este combinado resulte creíble y placentero.

Con tan solo llenar la bañera, y si le ponemos sales espumosas, ya será el acabose. A ello le añadimos unas sencillas chanclas se esas que llevan ya el césped incorporado, que además nos harán cosquillas al andar por el apartamento (¡qué amorosas!). ¡Ah! y no tienen necesidad de que las reguemos. Ahorramos en la partida de consumo de agua.

El efecto logrado será: Estar fresquitos y sensación de cercanía con la Naturaleza. ¡Tan sólo bañera y chanclas lo logran!

Voy a empezar a buscar ofertas de viajes que veo yo que este mes de agosto me quedo en el pisito. Pero… ¿Qué digo? En mi “piscina y jardín”.

Así las cosas, quien no pase el verano “en pareja” será… ¡porque le falta imaginación!

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