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España en vertical

Hoy hacemos una ruta peculiar. El recorrido será en línea ascendente. Cuando visitamos algún emplazamiento en España, es frecuente que el guía nos indique a cuántos metros se encuentra sobre el nivel del mar. Para no nos quedemos indiferentes ante este dato, vamos a desmenuzarlo un poquito para saber cómo se mide y dónde están los puntos más bajo y más alto.

Esta ruta comienza en Alicante. Y como destino final, llegamos a Tenerife. Desde uno a casi cuatro mil metros, ése será nuestro ascenso. ¡Lleven cuidado si tienen vértigo! 

Nos vamos, pues, al lugar dónde se mide el nivel del mar. Partimos del puerto de Alicante. Este enclave fue elegido como cota cero por ser, de toda la costa, el que menor fluctuación de mareas tenía. La medición se realizó en varias franjas horarias y distintos días. Y quedó señalizada con una estatua de un surfista sobre una placa. Es bien curiosa esta estatua, pues pese a lo mucho que dice de su “asentamiento” sobre el agua, el deportista está ahí “como si nada” tuviera que ver.

Desde ella, se llevó a cabo la tira de cuerdas hasta dos clavos de nivelación que se encuentran en los dos extremos del Ayuntamiento. Se pueden ver -si uno se fija bien- estos clavos de bronce en las paredes laterales. A mí, de tan pequeños me costó dar con ellos en una primera visita y el vigilante de seguridad muy amable me acompañó para localizarlos. Ahora que sé bien dónde están, cada vez que paso, se me va la mirada hacia ellos.

Y desde el tranquilo surfista del puerto, hasta estos dos clavos, en una tira triangular de cuerdas, se dio con el punto exacto: El denominado “nivelación de precisión” (se conoce con las siglas “NP”) que se encuentra justo en el primer peldaño de la escalinata de acceso que hay en el hall del Ayuntamiento. Hay una placa descriptiva. También hay una estatua de Dalí que despista un poco, pues incita a alzar la mirada hasta la cúpula (¡preciosa!) y uno se puede olvidar de que es en el primer escalón dónde está la clave del tema.

Este peldaño, viene a ser, pues, como el “kilómetro cero del mar”, salvando todas las distancias, entiéndase.

Y, una vez fijado el punto inicial, se comenzó el recorrido por España. Originariamente la medición fue todo un arte. A cada kilómetro del itinerario se ponía un clavo-señal. Y así… se fue haciendo camino, que diría el poeta.

En este caminar hay un dato curioso. Para saber qué altitud tenían las ciudades, se solían colocar en las estaciones de trenes –también en algunos edificios singulares- unas placas ovaladas de hierro fundido, que indicaban cuál era. Se elegían las estaciones de trenes porque el trazado férreo buscaba siempre la menor pendiente, para mejor maniobra de parada y carga de los trenes en las mismas.

Hoy, los sabios ordenadores controlan estas mediciones. De ahí que estas placas ovaladas, no dejan de ser más que un elemento ornamental pero, resisten al paso del tiempo. Ahí están y da gusto ver su resistencia. Aproximadamente quedan unas 428 en los andenes. Así que, mientras que uno está en una estación esperando, se puede entretener buscándolas.

En Madrid hay muchas repartidas por varios emplazamientos. Las más curiosas se encuentran en la Puerta de Alcalá; Otra en el Congreso de los Diputados. Una tercera tiene especial mérito ya que ha resistido la fuerza desmedida del consumo al permanecer “anclada” en un Centro Comercial (“Estación Príncipe Pío”).

Desde los alrededores de Alicante, los días de máxima claridad, se puede ver Ibiza. Pero la parada última en este viaje en vertical nos lleva a otra isla. Concretamente a Tenerife y, sobrevolando su lindísimo “mar de nubes”, llegamos al punto de mayor altitud de nuestro viaje en vertical: Al Teide, acercándose casi a los 4.000 metros de altitud desde aquel despistado surfista al que dejamos allá abajo, tan tranquilo, en el puerto de Alicante.

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