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Los selfies y el Turismo

Ando yo bastante preocupada últimamente porque en mi último viaje –he recorrido el Este de Alemania- nadie me ha pedido que le haga una foto. Y eso que yo soy de las que viaja siempre con mucha disposición para inmortalizar momentos de los demás. Soy de las que, hasta me tomo mi tiempo para que salgan todos bien en la foto. Sí, a pesar de no conocerlos de nada. Y, aún así… ¡nada!

Cómo será que incluso cuando he visto algún grupo de japoneses, que suelen ser más tímidos a la hora de pedir estos pequeños favores,  me acercaba para facilitarles el trance y, tampoco. Nadie me solicitó que le hiciera una foto.

Y la razón de todo está en la moda de los selfies que ya se ha generalizado en el mundo turístico. Es más, en el avión se sentaron junto a mí cuatro chicas veinteañeras y su primer selfie fue, nada más entrar, una vez sentadas y justo antes de que tuvieran que apagar sus móviles. “Selfie a punto de volar” se llama esta moda, pues la volví a ver en el siguiente vuelo, a otro grupo de amigos, también jovencitos todos.

Ya los turistas lo tienen más difícil para conocerse entre sí, al no intercambiar estos favores mutuos. Y qué será de aquellos momentos de máxima tensión emocional que teníamos, justo cuando le dábamos nuestra cámara a un desconocido para que nos hiciera una foto a todo el grupo y, alguno de nosotros mientras posaba, decía –en voz baja y sin apenas vocalizar-: “Cómo salga corriendo con la cámara…”. Pero… ¡confiábamos!

Las ciudades se han apuntado a la moda. Y ya compiten –hasta ahora es una competencia silenciosa- entre sí para ver qué lugares son los que ofrecen los mejores selfies. Incluso algunas marcan en sus guías dónde se pueden hacer con un ángulo de visión tan amplio que, a buen seguro, suscitará envidias a todos nuestros amigos. Así de claro no lo indican, pero se intuye. Parece ser que Londres es, por el momento, la ciudad que encabeza esta lista de “cities-selfies”.

Yo he hecho un pequeño estudio –para ver si superaba esta preocupación de que los turistas ya no nos vayamos a conocer entre nosotros- y he observado un cambio generacional importante en esta era del autorretrato. Les cuento mis pequeñas conclusiones. Entre los que estamos ya inmersos -bueno también los que ya la rondan de cerca- la década de los cuarenta años, cuando hacemos nuestras fotos, seguimos anclados con fuerza en la época de los paisajes, edificios, vistas aéreas y atardeceres y, no tenemos mucho interés en salir sonriendo en un primer plano. ¿Será acaso, porque ya, en las distancias cortas, las arrugas se ven demasiado?

En cambio todas las fotos de los viajes y de las vacaciones de los jóvenes que he visto, un 98% de ellas son selfies. Las hay individuales y en grupo. El 2% restante son también primeros planos, pero de platos a rebosar de comida a punto de desaparecer.

Les he pedido a todas mis amigas del colegio que me enviaran sus fotos del verano favoritas y sólo unas cuantas –cuatro para ser más exactos, que el estudio ha sido riguroso-, me han enviado fotografías de ellas, posando en primer plano. Una de ellas bailando salsa en la orilla de la playa. ¡Felicidad a la máxima potencia tiene este momento! Como les digo: Sólo cuatro selfies y muchos, pero muchos: paisajes, calas, rincones con encanto y lugares preciosos pero… ¡sin gente sonriendo en un primer plano! Bueno, para serles sincera, también me han enviado fotografías de algún tío bueno, que de todo hay en el estudio realizado. Y estos sí que ocupaban, no un primer plano en una esquina de la foto, sino… ¡toda la fotografía entera!

Los selfies no sólo han llegado al sector turístico, sino también al mundo literario. Algunas editoriales están a punto de sacar al mercado los “foto-libros”, en los que todas sus páginas son autorretratos. Y también al mundo del arte. Hace tiempo estuve en la exposición: “A través del espejo”. Eran mosaicos gigantes, y todos habían sido realizados con “sexy-selfies” ( o “googlegramas” como los llamaba el artista).

En verano tenemos la variante de los “belfies”, que es la foto pero posando en bikini. (En el estudio que les comentaba, solo una amiga me envió uno). Ya dejamos atrás este invierno la moda de los “banana-selfies” que también causó estragos. A ver lo que nos trae el otoño…

De momento -lo que consuela un poco mi preocupación- es que aún hay algunas especies que se resisten a esta moda. Los flamencos no querían posar en plan selfie… Tendré que realizar un segundo estudio con estos preciosos animales, algo tímidos.

Y ahora… ¿a qué amigo le enseño yo mis fotos de paisajes alemanes?

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