>

Blogs

Inma

Zona de embarque

Oda a un “desconocido”

En mi viaje a Israel era yo una niña y, por aquel entonces, una de mis muchas ilusiones infantiles en aquel bonito recorrido era tomarme algún refresco de naranja que tuviera las letras escritas en hebreo. El envase me lo traje a España como uno de mis souvenirs favoritos. Orgullosa, lo conservé en la estantería de mi habitación durante largo tiempo. Incluso este pequeño trofeo era la envidia de casi todos mis amigos.

Pasados los años, ya en tierras españolas, me enteré de tu existencia y de tu nombre: “Sabra”. Por tu denominación, das una pista de tu ser, de tu alma, pues se puede intuir que hablamos de algo “sabroso”.

Entre la curiosidad y el flechazo, fui rápidamente a buscarte al supermercado más grande de mi ciudad, tenía esperanzas de que iba a conocerte por fin, pero … ¡no estabas! No perdí la esperanza y realicé un segundo intentó. Acudí también a un pequeño rincón delicatessen, de esos que vas paseando entre las estanterías y siempre te llevas alguna sorpresa, algún pequeño descubrimiento, pero… tampoco te encontré.

Todos tus “colegas” hacían fila y yo, discúlpame querido “Sabra” pero… ¿qué otra cosa pude hacer? Me consolé –muy sabrosamente eso sí- con tu –casi- hermano gemelo español: Bebí lo que me quedaba de mi “Gloria”, ese licor dulce –como tú– que descubrí en mi último viaje por tierras gaditanas. Curiosamente lo tomo siempre con rodajas de naranja flotando. Naranja y licor, dos notas que os unen. Y es que el Mediterráneo, es un vínculo muy fuerte. ¡Ya lo creo!

Nuestros antepasados, los fenicios se las ingeniaron para custodiar de forma bien segura los líquidos más valiosos y evitar posibles derrames por roturas. ¡Esas ánforas que más tarde cruzaron el Mare Nostrum sin dañarse y que se apilaban sin desperdiciar ni un milímetro de espacio vacío! Y, hoy en pleno siglo XXI tu envoltorio de vidrio tiene ese porte de estabilidad que recuerda en su forma a aquellos envases. Eso sí, transformado el barro por cristal. Los tiempos cambian pero, las cosas buenas también perduran.

Mi querido “Sabra” estoy deseando degustarte y si hay que ir hasta tu tierra para lograrlo, allá que iré encantada y… ¿mira que si me traigo otro pequeño trofeo para lucirlo en las estanterías? Esta vez no lo traeré vacío como aquel infantil bote de refresco de naranja, sino que lo traeré lleno, para compartirlo en España y que te vayan conociendo por aquí. Que eres un poco desconocido por esta parte del Mediterráneo.

Me he imaginado ya cómo será la primera vez que te pueda rodear con mis manos: Me gustaría poder compartirte con más comensales israelíes, después de una comida típica en alguna taberna local, a modo de sobremesa en la que poder saborear el tesoro que esconde tu botella. Eso sí, despacito, traguito a traguito, que una es muy floja para estos licores y mi #RetoSabra sería saborearte lentamente. Ahora bien, no puedo prometerte nada porque no sé yo, pero cuando se juntan la naranja y el chocolate, entonces ya puede ser…¡el acabose! Vaya que yo ya te aviso: que nos podemos terminar de una toda la botella. “¡Absténganse golosos!” me imagino que pondrá en tu etiqueta.

Mientras tanto, sigo esperando con ansias nuestro primer encuentro. A modo de anticipo hasta que te tenga en mis manos, hasta que entres en mi paladar, he aquí mi brindis en forma de post por todo lo alto: ¡A tu salud!  

PD. Este post ha sido premiado por la Oficina Nacional Israelí de Turismo (en la categoría de: “más original”).

 

Temas

Curiosidades y crónicas viajeras

Sobre el autor


enero 2015
MTWTFSS
   1234
567891011
12131415161718
19202122232425
262728293031