Nuestros trucos navideños
Seguro que en alguna ocasión hemos visto esas encuestas (sobre todo cuando se aproxima la Navidad y pululan las estrategias para el consumo) que formulan una disyuntiva a la hora del regalo. La pregunta suele ser: ¿Prefiere Vd. regalar o, que le regalen? Y según sea una u otra la opción, ya nuestra personalidad queda afectada por ello. Y uno hasta puede llegar a sentirse egoísta si lo que quiere es que le regalen.
A la hora de hacer un regalo a algún amigo extranjero la cosa puede complicarse un poquito. Ya no se trata de que nuestra psicología sea el de una persona más o menos generosa; Es que, como no llevemos cuidado, ¡la amistad puede peligrar!
Ay de aquel mozo que le regale un anillo de diamantes a su novia japonesa y no lo envuelva bien…
Si el amigo a quien tenemos que regalar es japonés, hemos de tener presente algunas reglas de cortesía. En Japón, el envoltorio de un regalo representa el cincuenta por ciento de su valor. Una joya mal envuelta, ya les digo, pierde su cotización ipso facto.
La prueba de envolver un balón. ¡Sálvese quien pueda!
¿Quién no se ha visto en la dificultad de envolver algún regalo? Es famosa la prueba con la que unos centros comerciales retan a los trabajadores que (también en época navideña) contratan para envolver los regalos y evitar así colas en las cajas a la hora de pagar. Cuando les ponen delante una pelota, si se escapa y sale rodando en el intento de envolverla, estos candidatos tendrán difícil poder firmar el contrato.
Muchas navidades me he visto en una tesitura parecida cuando he tenido que hacer regalos a amigos japoneses y, después de encontrar algo bonito, me tocaba superar el trance de envolverlo bien para que el contenido no perdiera su valor.
No acaba ahí el problema. También es importante el momento de abrir el regalo. Nosotros, destrozamos el papel, en las ansias de saber qué es lo que hay dentro. Este “destrozo” no lo verán jamás en Japón. Es más, si abrimos de esta guinda el regalo, puede resultarles un poquito ofensivo. Allí la delicadeza es tal, que hasta el momento de abrirlo tiene su ritmo pausado.
Y es que hay todo un arte en la tarea de hacer, envolver y desenvolver regalos. Cómo será que hasta tiene su nombre y todo: Furoshiki
No se asusten, para simplificar todo y para llevar a buen término este momento, les dejo una “chuleta” por si se ven en el trance de envolver algún detalle, para que puedan plasmar en él la delicadeza japonesa.
Más que un simple pañuelo
Este arte de envolver tiene largo alcance. Ahora ya casi estamos acostumbrados a pagar por las bolsas de plástico en los supermercados. Sepan que en Japón, el Ministerio de Medio Ambiente ya recordaba que este arte del furoshiki también sirve para transportar objetos, pues un sencillo pañuelo cuadrado lo pueden convertir en una bolsa.
Tomen pues, buena nota que este furoshiki puede causar furor, ya que nos puede servir también para ahorrarnos unos céntimos. Hay que ver… ¡estos japoneses lo listos que son!