>

Blogs

Inma

Zona de embarque

Que corra el aire… ¡entre sombrillas!

 

Agosto está al caer. Y muchas playas a punto de ebullición. Me cuenta mi amiga Encarna, recién llegada a Ibiza, que está feliz. En el hotel ha conocido a una pareja de españoles que, además de hacerle de cicerones y enseñarle la isla, le han regalado la sombrilla que habían comprado porque se iban al día siguiente y ya no la necesitaban.

Peligros playeros

Y yo en estas fechas, siempre me pregunto: ¿Cuál es la distancia mínima que hay que respetar en una playa a la hora de poner la sombrilla? Este tema debería estar regulado por ley, por lo menos, orgánica.  Los chiringuitos sí tienen su reglamento sobre la distancia mínima entre uno y otro. Como ven, estamos ante un caso de laguna legal.

Además, cuando la densidad de sombrillas es tal que una choca con la otra, las posibilidades de que se pierda un niño o de que no encontremos el agua, van en aumento. Sí, sí, es un factor de peligrosidad muy elevado (tanto como la radiación solar, ¡no exagero!)

Yo he tenido que fijarme en los diseños de sombrillas como punto de referencia para, al salir del agua, poder encontrar de nuevo a mis seres queridos.

Conquistando trocitos de arena

Hay sociólogos, muy observadores, que han detectado las “prácticas” cotidianas (que todos hacemos) para marcar bien el espacio bajo este pequeño trozo de sombra: que si poner el protector en una esquina; la bolsa en la opuesta; el pareo estirado –además de la toalla-; la hamaca a un medio metro de la sombrilla, etc. y así vamos conquistando “nuestra” parcela de arena.  De momento, los juristas no han calificado estas prácticas como “abusivas”. Podemos pues, “estirar” de este modo sui generis los márgenes de la toalla y la sombrilla.

Hay otro truco que utilizan las familias en las que uno de sus miembros madruga por placer. El madrugador va a primera hora, pone la sombrilla (ni qué decir tiene que la primera fila está casi entera a su disposición) y ya de paso, compra churros y chocolate para el resto de la familia. ¡No me digan que no es un lujo tener a alguien así! 

Mantente a la “distancia de un brazo”

Los anglosajones (dato curioso, ellos que tienen menos playas que nosotros) se han puesto “manos a la obra” y sí tienen establecido un margen de distancia, aunque para otros fines.

Les cuento. Lo llaman: “At arm,s length”. Esta distancia, físicamente la marca el brazo bien estirado en posición horizontal (estiramiento corporal parecido al que hacemos cuando nos queremos hacer un selfie), pero jurídicamente –esta cláusula está en todos los contratos de turismo (cuando compramos un vuelo o reservamos un hotel), un poquito escondida eso sí- significa que por el hecho de firmar (cuando tecleamos en el “acepto”) este click no supone ningún vínculo de cercanía o relación de confianza. Se marca una clara distancia y todo rige en condiciones objetivas de mercado.

Digo yo que podríamos al menos trasladar este “de aquí no pases”, que viene a ser un metro más o menos, a la colocación de las sombrillas en la playa en agosto y, dejar “que corra el aire” entre sombrilla y sombrilla. Más que nada porque los que somos un poco cotillas, si el aire nos viene de cara, con la brisa (y un poco de atención por nuestra parte) terminamos sabiendo cómo hace la tortilla la señora de la sombrilla amarilla o si ligó la noche anterior la chica joven de la sombrilla de “cocacola”.

Lo que me pasó en Portugal

Una última cosa que no quiero yo que Vds. se vean en una situación complicada este verano, que ya les decía yo que en este tema playero hay un factor de “peligrosidad” elevado. Estaba un buen día en una playa portuguesa de esas “sombrilla con sombrilla” y, sorprendentemente vi… ¡una zona casi vacía! Ignorante yo, puse mi toalla justo en mitad de este “pequeño desierto de arena”. Y al rato… veía pasar pequeños meteoritos redondos sobre mi cabeza. En la retirada (¿qué otra cosa podía hacer ante el peligro de recibir el impacto de una de aquellas bolas?) vi que había un cartel que ponía: “zona de jogo”. ¡Aquella playa sí que estaba bien regulada!

Sí, lo sé, era fácil intuir que allí se jugaba a las palas, pero a una, los calores, el sol y el peso de la sombrilla, le afectan un poquito.

 

Temas

Curiosidades y crónicas viajeras

Sobre el autor


julio 2015
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031