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“Matrimonio de conveniencia”

 

Hoy viajamos casi a… ¡la historia del turismo de “sol y playa”!

¿Cómo empezó todo? Ponemos el reloj en el tiempo: finales de los años 60.

Primera línea de franja hotelera

No fue la sociedad española la que tuvo la iniciativa. Fueron los grandes operadores turísticos del norte de Europa los que buscaban un territorio virgen y con sol. El “maná” estaba en España. Kilómetros infinitos de playas de arena y un sol reluciente. ¡El paraíso que buscaban! Se hicieron rápidamente con el “dominio del territorio”e implantaron su modelo de negocio.

Les cuento cómo fueron las operaciones jurídicas. A los propietarios de la franja marítima  (la mayoría, agricultores) les ofrecían la financiación para construir hoteles: Grandes, de cien habitaciones mínimo. No había problema con las transferencias bancarias.  Les garantizaban la devolución del préstamo pues también en el contrato quedaba avalada la plena ocupación del hotel recién construido durante, como mínimo, una década. ¿Quién se podría resistir a un “novio” así?

El acuerdo consistía en síntesis: “Vd. construya el hotel. Aquí encima de la mesa tiene el dinero para sufragar la obra. Contrate al arquitecto, al albañil, etc. Y, no se preocupe, que nosotros tenemos los clientes para ocupar el hotel”. La notificación de la licencia de apertura y los clientes extranjeros hospedados entrando sonrientes por la puerta con sus maletas, eran casi una misma secuencia temporal.

Con los beneficios de los hoteles a rebosar (llegamos a los años 70 y 80), devolvían el préstamo en un abrir y cerrar de ojos (hubo muchos casos de amortización anticipada). Y, además, tenían excedente. Y todo, desde el momento cero del fin de obra. ¿Qué inversión inmobiliaria se amortiza en tan breve plazo?

Horizontes sobre el Mediterráneo

¿De dónde obtenían los fondos? Estos tour operadores gestionaban los cruceros y los vuelos. Los turistas llegaban por mar y por aire y ya tenían solucionado el problema del alojamiento que necesitaban. Dejamos, pues, que vinieran desde fuera a planificarnos. Pero, toca hacer balance: fue un “matrimonio consentido”, con intereses convergentes ya que ellos tenían los clientes y, nosotros obtuvimos parte de las ganancias también. Eso sí, en muchos casos, los hoteles quedaron en manos de estos mayoristas que fijaban incluso la política de los precios y, con ella, el margen de beneficio. Aprendimos lo que significa “overbooking”, una palabra desconocida hasta entonces. Un tira y afloja que aún perdura en ciertos puntos de la costa mediterránea.

Hoy el turismo es una de las aportaciones a nuestro PIB más destacadas. Las semillas se plantaron desde fuera. Los frutos aún los estamos cosechando. El día a día sí ha sido cosa nuestra. Ahora buscamos otros modelos de negocio que complementen el famoso “sol y playa”. Ahí andamos. Mira que si encontramos un nuevo maná. ¡Ojalá que seamos nosotros quienes demos con él!

 

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