Ya lo creo. Con él hoy viajamos a África. Nuestro “guía” es un souvenir.
Nada de imanes ¿eh? Tampoco de tacitas con mensajes. El nuestro es muy curioso. Contiene una norma legal para regular la convivencia pacífica entre vecinos. ¡Ah! Y también es un reloj. Sí, sí, todo esto… ¡en tan sólo un pequeño souvenir!
Son muchísimas las razones por las que África fascina. Una de ellas que a mí me gusta mucho -por la proximidad de costumbres que supone con España, sobre todo con el Sur y el Levante-, tiene que ver con la agricultura y más concretamente con el reparto del agua para regar entre vecinos.
En Túnez, ya cerca de la frontera con Argelia compré este souvenir que es todo un manual de derecho de aguas. Estábamos una tarde paseando por un pueblo tunecino y en las afueras, junto al río vimos estos cántaros que… ¡seguían aún siendo utilizados!
En especial en zonas donde el agua escasea, el control y uso de agua siempre ha sido motivo de enfrentamientos y discusiones entre vecinos. Los derechos de riego se heredaban de los padres. Y para poner un poquito de orden en los usos y aprovechamientos del agua de los pozos, tenían sus propias leyes.
Una de ellas, es la que contiene nuestro souvenir. Estos recipientes, según su tamaño, hacían las veces de medición del tiempo de riego. Cada propietario, según fuera la extensión de su propiedad, podía usar el botijo de mayor o menor cabida.
Así el cántaro mayor tamaño daba derecho a una hora de riego; y otro de una cuarta parte, permitía regar quince minutos. Ya les digo, funcionaban casi como… ¡auténticos relojes!
Y es que un botijo siempre ha sido un invento lleno de sabiduría. No sólo para convertirlo en una ley para uso de agua, sino también, como una forma de mantener una buena temperatura. A mí uno de los usos que me sorprendió hace años fue la denominada “nevera del desierto”. Ganó el premio a los >.
Un chico nigeriano, alfarero, Mohammed Bah Abba lo ideó. Dos vasijas redondas: una grande y otra más pequeña que se mete dentro; Arena entre las dos que se humedece y… ¡se pueden conservar dentro de la pequeña alimentos perecederos! Todo un frigorífico sin instalación eléctrica.
Y es que el mundo de los botijos… da mucho de sí. Hasta, en ocasiones, ha servido “de lienzo” para pintores. Si es que también es… ¡todo un arte! Los de la foto, hasta con un toque de humor y todo.
El botijo, ¡qué gran invento! Y, además, por todo el mapamundi. Y es que la inteligencia no entiende de fronteras.