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Zona de embarque

¡Beethoven al tren!

¿Se imaginan escuchar un concierto de piano mientras esperan en una estación? Y gratis. Podría ser hasta peligroso porque si nos quedamos embelesados con la melodía, corremos el riesgo de perder el tren. Pero… ¿qué viaje no tiene su riesgo? Así que en la ruta de hoy ponemos música de fondo.

Un rincón sonoro junto a las vías

Les cuento el caso francés. Tiene dos muestras bien curiosas. Una de ellas es una bonita iniciativa que se creó hace unos años por la Compañía Nacional de Ferrocarriles de Francia (la versión francesa de RENFE) en la idea de amenizar estos ratos de espera en las estaciones, más allá de tomar un café au lait con su acompañante fiel, el croissant. De tan bonita, aún perdura y se ha extendido por muchas estaciones. En ellas, en un rincón, hay un piano y cualquier viajero se puede animar a tocarlo. Sobre algunos pianos hay colocado un cartel al puro estilo de Casablanca: “Tócalo. Es tuyo”.

Acordes en los andenes

Joven tocando el piano en la estación de Périgueux (Fotografía de SNCF)

Recorrí la costa atlántica francesa pero no tuve la suerte de que alguien lo tocara mientras esperaba. Sí me contaba un jefe de una estación de Aquitania que los tocan en muchas ocasiones. Vaya, que el sentido del ridículo no lo tienen tan acentuado y que son muchos los viajeros que transforman las estaciones en salas de conciertos, abarrotadas de público, hasta feliz por tener que esperar en caso de retrasos.

Me he tenido que consolar con el vídeo famoso de dos chicos que no se conocían y que improvisaron una pieza a cuatro manos. Qué forma tan bonita de hacer nuevos amigos en las estaciones. Estos desconocidos no tienen nada que ver con aquellos “Extraños en un tren” con los que Hitchcock disfrutaba asustándonos.

Un abecedario gigante con su puntito de inteligencia

Hay otro detalle que también podríamos copiar, éste ya de orden práctico. Seguimos en Francia. En sus estaciones hay una pizarra nada más entrar que te indica según cuál sea tu vagón, dónde se parará exactamente.

En este mapa, cada número de vagón se relaciona con una letra del alfabeto. Se evitan así las pequeñas aglomeraciones que se forman cuando viene el tren y estamos todos corriendo (y chocando) para buscar dónde paró el nuestro.

Prisas y pisotones

En ocasiones en nuestras estaciones hay personal asignado para facilitar esta tarea y por aproximación más o menos podemos salir airosos de este trance: “Póngase Vd. después de la tercera columna”. Pero yo no sé si a Vds. también les pasa que luego cuando voy por el andén no sé si me dijo, antes o después de la columna; era la tercera pero contando también la de la escalera… en fin que este sistema provoca algunas dudas, tantas que más de una vez me he subido al vagón equivocado. Y también debo reconocer que he dado algún pisotón en las carreras por encontrar mi vagón, sin querer eso sí.

Con lo fácil que resulta ir caminando tranquilamente por el andén antes de la llegada del tren. Que nuestro vagón según el mapa es la letra “S”, pues nosotros bien obedientes ahí que nos paramos con nuestra maleta. Y, justo ahí, ni un metro más lejos, se abre la puerta del tren.

¡Vale copiar!

Ahora que empezamos curso escolar, qué felices nos habría hecho escuchar esta frase en boca del profesor. Porque claro, la cuestión no es sólo copiar, sino saber de quién debemos copiar. Y este modelo francés roza el sobresaliente en las asignaturas de música y lengua ¿no les parece? Así que, ¿por qué no estirar el cuello y mirar sus folios, perdón, quise decir sus andenes y, mejoramos nuestras estaciones? Y, ojo al dato que en muchos casos la copia puede incluso superar al original. Mira que si Renfe leyera este post…

 

PD.  Les dejo el enlace para que vean lo fácil que resulta tocar, sin ensayar y, hasta con la mochila puesta. París, un piano, dos desconocidos mientras esperan el tren

 

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