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Zona de embarque

Un oasis en la ciudad

 

¿Puede uno ir paseando por una gran avenida, cruzar el semáforo y encontrarse casi de golpe con un bosque de palmeras? Sí, por extraño que parezca, en Murcia, uno deja el carril del tranvía y, en apenas cien metros los sonidos típicos de la ciudad desaparecen por completo. Qué grandeza cuando un lugar comienza a crecer pero, de repente, aún permite ese giro de lo urbano a lo rústico de nuevo.

pal3redJugando al escondite

Llama la atención lo escondido que está el Palmeral de Santiago y Zaraiche entre edificios y casas de huerta. Este dato es lo hace que uno le coja cariño de inmediato a este microcosmos verde. Bueno y también, un poco negro. Los troncos ennegrecidos de las palmeras recuerdan aún el incendio de hace unos años. “Las llamas se veían por todo lo alto” me contaba un vecino de esta zona que pasea a su perro todas las tardes por este lugar. Porque no solo el picudo las puede dañar.

Cuando se paró el planeamiento

El ritmo de crecimiento de la ciudad se detuvo con motivo de la crisis económica. Y esta paralización de los metros de  firme de asfalto, permitió salvar este rincón que estaba un poco abandonado a su suerte: la excavadora. Hoy se puede ver casi lleno de dátiles. Algunos a más de treinta metros de alto. ¡A ver quién es guapo que se atreve a escalar! pal1red

En este palmeral, además de poder dar un paseo, se realizan muchas actividades de poesía, yoga… La sensación de calma que se siente nada más entrar en él, es muy inspiradora. También tiene su toque romántico.  Así que… sí proceden puntos suspensivos en este párrafo.

Entre dátiles y más frutos

Se puede hacer un paseo guiado. La empresa Turismo Botánico los realiza.  También, si uno quiere ir por libre, hay un mapa a la entrada con geolocalizadores para que no nos perdamos que si una granada por aquí, una higuera por allá.

La mejor hora para visitarlo es la del atardecer porque se ve cómo el sol se va escondiendo entre las palmeras. Si es en verano, aquí la temperatura baja unos grados con lo cual, se está de maravilla. “De pequeña, era el lugar donde nos reuníamos las amigas a contarnos nuestras cosas, bocadillo en mano y los pies a remojo”. Era el bonito recuerdo de las meriendas de hace unos cuantos años de una señora que ahora, lo veía sentándose a cada poco en los bancos. Cosas de la edad. En su día el agua circulaba por las acequias; Sí, todo un oasis bien completo: vegetación y manantiales. Hoy en el Palmeral Chico se puede ver aún la boca de una de ellas.

pal2redPor si fuera poco

En uno de los laterales de este palmeral, varios álamos gigantescos aún lo esconden un poco más de la línea de edificación más próxima. Ya les avisaba que es todo un escondite en plena ciudad. Tal vez esta guarida también le ayudó a salvarse.

El guía me contaba que, cuando corre un poco de viento, se produce la llamada “nieve de los álamos”: el color blanco de las hojas en movimiento, provoca la misma sensación que una nevada.

Así que, habrá que volver cuando sople porque… ¿qué ciudad tiene un oasis donde nieve? Mismamente, Murcia.

 

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